Latidos de cariño y afecto que nutren al Alma.Gracias por su visita.

martes, 5 de octubre de 2010

Cuando nos llegó la colita del Ciclón Inés


Al otro dia, por fin, abuelita, me deja salir, agarrada por su mano, mano de anciana, pero que aun agarran fuerte, a lo que desean proteger.
Y veo rostros curiosos, pies presurosos a un lado y otro de la escuela, a un lado y otro del pueblo.
Al fondo de la escuela, plantas de plátano caídas, las cañas, sembradas por un maestro que llego del estado de México, y experimentaba haciendo injertos de una y otra especie de cítricos; esas cañas, hoy en el suelo están.
El Cañaveral, abarcaba, una superficie de unos 10 por 20 metros.
Varios árboles caídos, arrancados de raíz, hoyos en el solar de la escuela, por estar vacíos de los seres vivos que se encontraban en ellos. Destrucción.
Brincar uno y otro obstáculo, hoy se ve más grande la escuela. Abuelita no me suelta de la mano, y me pregunta…
¿Ya nos vamos para la casa?
Solo los niños acompañados de adulto, pueden andar por estos lugares, los animales ponzoñosos, también pierden sus hogares en estas situaciones, y al estar asustados, pueden soltar veneno al que se les atraviese.
Si algún árbol, esta en pie, pero sentido en sus raíces, también puede caer de improviso; y no se diga algún cable de luz, que chicotee, electrocutando al impertinente, que no debiendo por obligación andar por esos lugares, se expone hasta morir.
Vamonos para la casa, ya viste suficiente.
No abuelita, me falta mirar para la plaza, vamos un ratito, ya luego me meto a la casa.
Y fuimos hacia el zaguán grande. Y en la plaza, árboles enormes, en el suelo, no baje del corredor, con un vistazo, toda la plaza, parecía arrasada de sus plantas, algunas, solo caídas, y sus raíces aun amarradas a la tierra.
Algunos varones, machete en mano, despejaban de tanto ramerio los alrededores a la escuela, y desbrozaban a los árboles.
Tanta actividad, y yo tan chica, sin poder hacer nada.
Y me regrese a mi casa; ahora tenia que acabarme, tanta comisaria que habíamos arrimado.
En los siguientes días, se fueron yendo, aquellos que estando sus casas en alto, y no sufriendo daños considerables sus propiedades, podían retornar a sus vidas normales.
Continuaban en la escuela, los que estaban sus casas inundadas, o los que estaban a punto de inundarse; porque después de un fenómeno de esta naturaleza luego sigue la creciente del rio, y ni modo, hay que esperar a que baje de nuevo a su nivel natural.
Los que seguían de damnificados en la escuela, ya siendo menos, se acomodaban mejor.
El ejercito seguía distribuyendo, cada determinado tiempo despensas, y entonces, algunas familias, nos regalaban a mi abuelita y a mi, porque por no ser damnificadas, ella y yo, no nos tocaban despensas; pues los damnificados, nos regalaban cosas, que un atún, unas latas de esto o de aquello, y como uno no debe de desperdiciar lo que le dan, hacíamos ronchita de lo que cada familia, nos daba.
Y las muchachas damnificadas andaban de novias, y los niños jugábamos y jugábamos, disfrutando esas extrañas circunstancias; ese convivir con tantos extraños; ese saber, que tal vez, jamás nos volveríamos a ver, pero que ahora, parecíamos una gran familia, que íbamos todos al mismo patio, y si nos aparecíamos en un lugar o en otro, donde quiera, un taco nos ofrecían, y ya hasta teníamos nuestros sitios favoritos, ahí guisan mejor las quesadillas, allá las entomatadas, esa señora es tan cariñosa, y ¿Cuáles juguetes tienes tu? Yo te presto esta muñeca, si tú me prestas esos trastecitos.
Y empezó el despedirnos, el hacer caminito a sus casas, el desgarrarnos, el separarnos, tan a todo dar que nos llevábamos, tal vez por saber que todo seria temporal. ¿Por qué somos así?
Aborreces lo que sientes impuesto; amas lo que sabes que puedes perder.
¿No será por eso que debemos morir? Así, amamos la vida.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Para saber la realidad, sólo Dios.


Papá (en la foto con boinita ) y mi tío Ángel, continuaban yendo a bañarse al Canal de la Cortadura; a pesar de que mi abuelita se los prohibía.
Mi papá, en un clavado digno de competencia con sus amigos, encontró en el fondo del Canal de la Cortadura, exactamente eso, una cortadura en su espalda, con un alambre de púas, que estaba entre el lodo del lecho del canal.
Cualquier canal, en cualquier lugar, necesita de vez en cuando una manita, una limpieza de su fondo.
Aquí, en Tampico, las autoridades, han hecho una labor muy encomiable.
Y al paso que va, se convertirá el Canal de la Cortadura, en un futuro próximo, lugar privilegiado de visitas turísticas.
Tengo como un par de meses, que paseando por sus orillas, con banquetas amplias y bancos para sentarse, observe durante horas, en compañía de mi familia, el paso de cientos de peces, de varios tamaños y colores.
Iban mojarras, churras, chocomites, y brincaban, y era una danza de amor a la vida, a Tampico; y los niños, saltaban, indicando ¡allá van! ¡Allá vienen! Y el aire que me despeinaba, y el silencio de esas calles, y nadie pescando…
O esta prohibido, pero no había nadie cuidando, que no se pescara, o en realidad, estamos tan bendecidos, que nadie necesita ir al Canal de la Cortadura, y atrapar a tanto pez, que eran unos como de 8 kilos.
Pero en el tiempo de papá-niño, en su casa había muchas privaciones, no había dinero para doctor. Papá calló, y fue una enfermera, que vivía frente al Canal de la Cortadura, la que viendo como sangraba ese tarde, papá de la espalda, que lo curó y lo vendó.
Y durante días, curaciones le hacia a papá.
Y papá calladito.
Calladito, de lo que le había pasado, y de lo que estaba pasando.
Un dia, mi abuelita, lo palmea con cariño, y papá grita ¡ay! ¡Ay mamá!
¿Qué tienes hijo?
¿Qué te pasó?
Nada mamá.
¡Nada de que nada!
Quítate esa camisa, y enséñame que traes ahí.
Eran tiempos de camisa y camiseta.
Y papá, traía un parche grande en la espalda.
Y abuelita, ¿Qué es eso?
Ante la evidencia, cuenta papá todo, y la ayuda desinteresada de una vecina, que era enfermera.
Mi abuelita, fue con la enfermera, y quería pagar, como fuera, el costo de esas curaciones.
Ya fuera con lavadas, planchadas, o aseo de casa.
Pero la enfermera, no aceptó.
Son Ángeles, que Dios manda, disfrazados de personas.
Hablo del que se porta bien; porque hay de todo en este mundo, andén con el uniforme que anden, bien pingos a veces son.
Por eso, abuelita, los internó a sus dos hijos varones, en la escuela de talleres y oficios, de ciudad Victoria.
Mi tío deserto, papá persevero.
A mi abuelita, papá le mandaba cartas cariñosas, no te apures, todo va muy bien, soy feliz, etc. Eran cartas a su mamá.
A su hermano Ángel, que ya trabajaba en el otro lado, todo lo contrario.
Manito, mándame mas dinero; como puras tortillas duras, quemadas, paso hambre, sufro aquí, tu sabes como es aquí, y lloriqueos con su hermano.
Y caite con la lana, hermanito.
Para saber la realidad; solo Dios.
Y en una ocasión, que se le cruzan las cartas.
Que coloca en sobres equivocados las misivas, y papá, cuando recuerda ese equivoco, ríe, escondiendo la cabeza entre sus hombros, como el que es sorprendido en travesura.
Mi abuelita brinco al leer aquella carta tan quejosa; le recriminó a su hijo Lalo, el andar molestando a su hermano Ángel con peticiones de dinero.
Ya abuelita trabajaba en la escuela primaria, y se encargo, de mandar más dinero a su hijo internado.
Y ahora, en nuestra casa, veo a mi tío Ángel, enloquecido, rumiando no se que, fumando, chupando sus bachichas, porque el se termina el cigarro, hasta que casi se quema los dedos.
Sus dedos, tienen manchas cafés, del cigarro.
Unas uñotas de gavilán.
Yo quiero a mi tío Ángel, ahora está loco, pero hubo un tiempo, en que a mi papá-joven, lo ayudó. Y yo quiero a mi tío.
Aunque no se si el me quiera.
Yo quiero a mi tío Ángel, al loquito del pueblo.
Y empieza de nuevo a soplar el viento, primero suave, después rugiendo, y veo pasar torbellinos de hojas, ramas y cosas que no logro identificar, de lo rápido que pasan, por los vidrios de mi ventana. Y anochece.

martes, 7 de septiembre de 2010

Cuando nos llegó la colita del ciclón Inés ( infancia pobre pero muy feliz de 2 hermanos ) (3 )


De recién regresó de México, mi tío Ángel, se volvió la ganchuda.
Recorrió el pueblo, gustoso, libre de paredes y horarios.
Hizo amistad, con otro orate como el, y quien sabe que tanto platicarían; si mi tío sólo con sus platicas, no necesitaba de quien lo escuchara, y el otro, también tendría sus platicas, ¡cuento de nunca acabar!
En una ocasión, se perdieron por días, los dos loquitos.
Abuelita, y la otra madre llorosas, recorrían el pueblo, preguntaban a los pobladores, y como son gente tan noble, las animaban…. Ya aparecerán. Si sabemos algo, nosotros les avisamos.
Después de días y días, de búsquedas incesantes, que los encuentran rumbo a Tampico Alto, entre matorrales, bien picados de moscos, enflaquecidos, el amigo de mi tío, ya delirando.
Ese enfermito, murió de esa picoteada, que si fue paludismo, que tal vez lo desnutrido.
Y mi tío se aplacó un poco.
Ya sólo recorría las calles del pueblo.
Le dio por irse a distraer al taller mecánico de don Perico, el señor don Pedro Pérez.
Mi tío, sabia de mecánica automotriz.
Estudió unos años, al igual que mi papá, en Victoria, en la Escuela de Talleres y Oficios, papá, salió mecánico tornero, y mi tío, antes de tiempo, se fastidió y abandonó la escuela.
Esos dos hermanos, mi papá y mi tío, eran muy diferentes.
Mi abuelita, vivía en Tampico, en la Isleta Pérez, por la calle Sol, en una vecindad.
Mis tíos, iban a la escuela mañana y tarde.
Mi abuelita, les decía, cuando entren al salón, compórtense así:
Saluden a sus maestros con un buenos días., señorita profesora.
Y papá: ¡yo no le digo buenas días, yo le digo buenas taldes!
¡Pero muchacho! Pero papá corría, riendo de su chiste.
La maestra hablo con mi abuelita, después de un tiempo, y le comento, su hijo Ángel, tiene mucha inteligencia, si estudia, llegara a algo grande.
Su hijo Lalo, es más duro de cabecita; pero es muy tenaz.
Ángel, casi no quiere estudiar, se aburre.
Con poco que lea, todo repite de memoria.
Y su hijo Lalo, le pone muchas ganas a todo, y todo se le dificulta.
Los dos hijos, se levantaban de madrugada, iban por periódico y vendían, en esas calles de Tampico.
Un dia lluvioso, lleno de charcos, papá por ganarle la venta del periódico a otro niño, se metió a un lodazal, y se hizo una gran cortada en el pie descalzo.
Se le veía blanquear al fondo, de tan honda que estaba la cortada. Anduvo vendado por días de ese pie.
Luego a mi papá, y a mi tío Ángel, les atrajo el bañarse después de clases en el Canal de la Cortadura, iban con varios compañeros de clases y se aventaban clavados, y pescaban.
Por eso, bien va la canción a Tampico, Tampico hermoso.
Rodeado de lagunas, canales, río, playa.
Hermoso Tampico. Como tu no hay dos.
Tus calles, me hablan de mi padre, de mis tíos, mis abuelos, de mis bisabuelos, ¡como no te voy a querer!
Si vemos algunas calles, sucias; con barrerlas y lavarlas quedan bien.
¡Que culpa tienen esas calles, si nosotros no las limpiamos!
Cuando papá era niño, en la escuela, le decían el moro.
Había enfermado de su cabeza, al igual que varios niños, de tiña o roña.
¿Creen acaso que las ciudades siempre son lindas, bellas y siempre hay de todo, lo más agradable, a la vista y al tacto?
Pues papá enfermó de tiña.
Y no había dinero en casa para medicinas.
Su padre pescador, murió en altamar, y su madre, apenas ganaba para darles de comer a sus hijos.
A su madre, le dijeron un remedio efectivísimo.
La caca de vaca, calientita, recién evacuada por la res; depositada en la cabecita, previamente rapada del niño tiñoso. Y mi abuelita lo hizo.
Embarraba la cabeza ya trasquilada de mi papá, con ese excremento de vaca, calientito; le vendaba la cabeza a papá con un paliacate, y ¡váyase a la escuela a aprender!
Durante años, lo conocieron como el moro.
Duró poco el remedio, y años el apodo.
Y se le quitó pronto la tiña a papá.
Pero por lo calientito de la caca de vaca, muy jovencito, la cabeza de papá, encaneció.
( en la foto,abuelita Luz, mi mamá Carmela,mi hermano Eduardo,que hoy es sacerdote en Mozambique,mi hermana Coquito,mi papá Lalo, y la que aquí escribe,junto a su abuelita).

viernes, 27 de agosto de 2010

Cuando nos llegó la colita del ciclón Inés ( lo que hace una madre por su hijo ) 2


Ese dia, mi tío calmado estaba, fumando cigarrillo tras cigarrillo.
Nos observaba, y seguía con sus diálogos, incoherentes, farfullando, ya se sentaba, apoyando su espalda en la pared, ya apoyando los pies en el suelo, y mirando largo rato, las formas que el humo de su cigarro formaba en nuestro cuarto.
Si apagábamos la luz, al disponernos a dormir, de tanto humo de cigarro, en ocasiones, su silueta se veía neblinosa, y la lucecita de su cigarrillo, me indicaba, si estaba sentado, o acostado.
Cuando mi tío regresó, del otro lado, por completo trastornado, mi abuelita consiguió internarlo, en un manicomio en la ciudad de México, se llamaba la Castañeda, estuvo unos años internado ahí, abuelita le daba vueltas, pero de repente, anunciaron su cierre.
Mi abuelita, se encontró en un callejón, duro de transitar.
Si se lo traía al pueblo, a la mejor la corrían de la escuela. No tendría donde vivir.
Y si estaba cuidándolo, no trabajaría y de que comería.
Fue a México, decidida a abogar porque siguiera internado, donde, quien sabe, pero no podía traerlo al pueblo.
Se presentó al hospital, mandaron traer a mi tío Ángel; ingreso a la oficinita donde abuelita, estaba tramitando que se haría con el.
Mi abuelita Luz, explicaba su situación, altamente vulnerable, por el lugar donde vivía y trabajaba.
Un sitio con muchos niños.
La enfermera, le planteo el siguiente dilema.
Si quiere déjelo, varios de los enfermos, sus familiares están firmando hojas, donde aceptan la suerte que estos sigan.
Si usted desea, déjelo.
Pero no vuelva por el; aquí se cerrara, y ya nadie podrá darle razón, del fin que tuvo su hijo. Usted no es la única madre, que no puede cuidar de un enfermo así.
Firme y váyase tranquila.
Ya aquí, sabremos que haremos con el.
Y abuelita, ¿Cómo?, ¿Qué no pregunte por el nunca más?, ¿Qué no sabré si vive o ya murió?
La enfermera: señora, haga de cuenta que su hijo ya se murió.
¡Ya firme usted!
Será libre. ¡Váyase!, haga lo que quiera, nosotros sabremos que hacer con su hijo.
Firme ya esas hojas de consentimiento, y volviéndose con sorna a mi tío, que silencioso escuchaba, loco, loco, pero no tonto; estaba en silencio, esperando que suerte decidía su madre para el, le dijo la enfermera:
Angelito…. ¿Por qué tu madre ya no te quiere?
Angelito…. ¿que le has hecho a tu madre?
Y mi tío; nada, nada, señorita, con la cabeza agachada, tal y como si fuera en realidad un angelito, que ni come, ni caga.
Mi abuelita, sintió hervir en sus venas, su sangre de madre, y le dijo: Ángel hijo mio, vaya por sus cosas, porque nos vamos.
Abuelita venia decidida a todo al pueblo, a morirse de hambre si fuera necesario, pero a su hijo no abandonaría.
Abuelita, en ocasiones, me comentaba, ¿Qué pasaría con los loquitos que sus padres tuvieron que dejar en la Castañeda?
Estarían en un lugar más elegante, o más retirado del centro de México, pero eso de no saber más de un hijo, pues es algo que abuelita, no podía soportar.
Habló con el director de la primaria “Expropiación Petrolera”, y tal vez, como habían visto la dedicación y entrega de mi abuelita al trabajo, la aceptaron con todo y su hijo loquito.

viernes, 6 de agosto de 2010

Cuando nos llegó la colita del Ciclón Inés ( 1 )




CUANDO NOS LLEGO LA COLITA DEL CICLON INES

Cuando el ciclón Inés duró más el problema. Hasta hubo adelantos de partos, que se atendieron en la zona militar.
Y canastillas de ropita recibieron aquellos bebes, que presintiendo el peligro, la naturaleza los hace expulsar, para protección tanto de la madre como del bebe.
Uno de ellos nació güero, güero, y decían, es que las aguas lo relavaron.
Y todos queríamos conocer, a ese bebé, que había venido con el ciclón.
Yo en mi casa, junto a mi abuelita, atrincheradas por la cercanía del ciclón vi como se nubló el cielo, y finas gotas empezaron a caer, y todos comentaban ahora si nos tocó.
Y soplaba un viento sospechosillo, y había un silencio de muerte por toda la escuela primaria (ver foto), y parecía que todos se habían ido ya.

Y cuando, ya encerradas, empezó a silbar el aire, yo me trepé a la cabecera de una cama y observaba los árboles, tomar dirección hacia un solo lado, y mi abuelita, me jalaba de la ropa, y me ordenaba ¡bájate! Si un palo vuela y rompe los vidrios, en tu cara caerán vidrios.
¡Bájate! ¡Ya voy! ¡Ya voy!
¡Déjame mirarlo cara a cara!
Pasara por nuestra casa, y yo no lo veré.
¡No es justo abuelita, déjame!
¡Que no es justo, ni que nada! Y unos manazos a las canillas me metió.
Y como nunca me pegaba, me ardió como chile, y caso le hice.
Y empecé a comer, teníamos de todo, gracias a Dios, y después de un rato, un silencio, el aire se calmo, y yo quería salir a ver lo que había pasado.
Y mi abuelita no me dejó.
No, me aclaró, porque estamos en el ojo del ciclón, que es el centro sin aire, y regresará el tiempo ventoso, y ahora volverá del otro lado, y lo que quedo débil, ahora si caerá.
Se pondrá más peligroso, volara de todo, y contra todo.
No sales, y ya cálmate, me pones nerviosa con tanto brinco, y tantas preguntas.
Esto del ciclón, que tarda tanto en llegar, y tanto en irse.
Y mi tío Ángel, en su cama de fierro, con tablones, en lugar de colchón.
Fumaba dia y noche, noche y dia.
Por eso, no se le ponía colchón a su cama.
Tablas, y unas cuantas colchas o cobijas, para amortiguar un poco lo duro de las tablas.
Abuelita, temía que un dia, al dormitar, se encendiera el colchón donde durmiera mi tío, al quedar algún cigarrillo, en contacto con las telas.
Fumaba 3 cajetillas diarias de cigarrillos, de la marca Argentinos; que no le faltara el cigarro, porque enloquecía más, si es que eso es posible.Mi tío tenía esquizofrenia.

lunes, 12 de julio de 2010

Amenazas de ciclón ( 3 )


Yo miraba extasiada, la llegada de tantas personas a la escuela primaria; familias completas.
Cargando con todo lo imaginable, y eso que había órdenes: sólo lo más indispensable.
No, ¡que va!
Entre las colchas que contenían ropas, traían escondidos los guajolotes, pollos, perros, gatos, y hasta cochinos.
Y todo entraba a la escuela.
Se llenaban salones, se llenaban corredores, de arriba y de abajo, todo lo que tuviera techo, se convertía en hogar.
Aunque no tuviera paredes.
Ya llena toda la escuela, arriba y abajo, y corredores interiores, seguían los corredores exteriores.
Casi no dejaban por donde pasar.
Ya para entonces, estaba a cargo la autoridad militar,
Llegaban los convoyes, casi al final con los pobladores de las colonias lejanas, más reacios a salirse de sus hogares.
A los últimos en salirse, los sacaban ya en lanchas, así de alto se subía el agua en esas tierras.
Ya que ya no cabía ni un alfiler en la escuela, así de lleno estaba todo, de gentes, de cosas, de todo.
Y seguían llegando familias, y la escuela era uno de los pocos sitios seguros de Pueblo Viejo.
Y el ejército intervenía…
Iban de salón en salón, ¿de quien son estos muebles?, ¿de quien estos roperos?, ¿y estos trasteros?
Deben sacar eso, la gente necesita espacio.
¿Cómo que sacarlos?
¡Si llegamos primero!
¡Y ya no cabemos más familias en este salón!
Ya no caben mas personas, porque llenaron esto de muebles.
Lo que importa son las vidas; repetimos, saquen eso, vamos avisando de salón en salón, cuando regresemos, nosotros mismos sacaremos las cosas que realmente no sean indispensables para vivir.
Si era muy grande la necesidad de espacio, en ocasiones, se escogía una estufa, de todas las familias, que estuvieran en un salón y en esa estufa, todos debían guisar los de ese salón.
Había enojos, reclamos, pero se obedecía.
El ejercito no es cosa de juego, y todo se hacia en orden, buscando proteger vidas humanas.
Al sacar las cosas de gran volumen, las protegían con grandes plásticos, las colocaban frente a los salones donde estaban sus dueños, y se amarraban y tapaban con trapos.
El ejercito, tenia listas, de cómo iban llegando los damnificados, donde estaban ubicados. De donde procedían.
Cuantos niños, cuantos adultos, todo en orden.
Y luego, llegaban las despensas, que repartían el ejército, y eran filas, y era un gusto, y un estarse festejando, ¡que bueno!, ¡estamos muy bien!
Traían también pipas de agua potable, porque no era suficiente, la toma de llave, que ya había en la escuela primaria.
También emprendían los soldados campañas de desparacitacion, algunas vacunas, no se cuales, aun era muy pequeña, y no recuerdo cuales eran.
Para ir a los sanitarios, la locura.
Filas y filas, y soldados evitando el desorden.
A los niños, los adultos, los hacían ir a la parte de atrás de la escuela, entre árboles frutales, y platanales.
Por chiquitos, donde quiera hacían.
Hasta a medio patio, y no había ni por donde caminar.
Y el mosquero, y los mosquitos, y el olor…
A todo, a la gran cantidad de animales, que tenían al fondo del patio; olía a gallinas, patos, perros, gatos, pájaros y cotorros hablantines en jaulas, a todo.
El ejercito, hacia guardias, dia noche.
Se rolaban, manteniendo todo sobre ruedas.
Organizaban a los damnificados, quienes debían lavar los servicios, cada cuando, y donde se bañaría la gente; quienes barrerían patios, por donde se pudiera, evitar sobre todo una epidemia por el hacinamiento.
Impedir los pleitos, es difícil convivir días, con gente del todo desconocida, los niños que hacían grupitos, los adultos, que nerviosos, pensaban en las cosas que habían dejado atrás, algunos iban a sus casas a cuidar lo poco o mucho que habían dejado por mas que el ejercito le indicara que era muy peligroso.
Y el ruido, ruido, ruido, a todo, a música de radios, a platicas, a regaños de madres a sus hijos que se les iban lejos de su vista, a hombres que maldecían por el tiempo, que si iba a venir un ciclón, que ya llegara, que es mejor el ¡ya! A estar días esperando por donde va a pegar.
Que si no trabajan, que conque dinero, repararían lo que se les hubiera estropeado.
Que ya se fue el ciclón para otro lado, que aun no pega, pero se esta alejando, y unos que se iban, por mas que los soldados les indicaran, no se vayan, aun no pasa el peligro.
Y al otro dia, de nuevo volvían, y querían el espacio que antes ocupaban en un salón, que no, que ya están otros, que para que se iban, que haber donde caben ahora.
Y veía lágrimas, y había dolor y desencanto.
Y yo me sentía culpable de tener donde vivir, de estar como si nada, de que mis cosas, no sufrieran daño alguno, y quería alguna familia viviendo ahí conmigo, dentro de casa.
Y algunos se lo pedían a mi abuelita, ¡déjenos doña Luz! Déjennos quedarnos en su casa.
Y abuelita, no, apenas quepo yo, mi hijo y mi nieta.
Y yo haciendo changuitos con mis dedos, para que los dejara vivir en casa.
Y se iban, desencantados.
Y abuelita, me miraba en el rostro la decepción, y sus palabras sabias: el chiste no es meter a alguien a vivir a tu casa, el chiste es después como le haces, para que esa gente se vaya, y no se vaya sintiéndose corrida.
Que es muy fácil meter las cuatro patas, pero sacarlas sin llenarse de lodo, eso si es lo difícil.
Y yo, mirando, oyendo, viviendo entre la gente, toda la gente, toda de todas las orillas anegadas, y sintiendo como míos los temores, sus alegrías, y bañándome de gente, y mas gente, y llenándome por dentro de vidas, y mas vidas.
En muchas ocasiones, todo quedaba en solo un susto, en cosas mojadas, y se iban en pocos días a sus casas.

miércoles, 23 de junio de 2010

Amenazas de ciclón ( 2 )


Les contare que en una ocasión mi tío Toño cuando estudiaba para maestro, necesitó hacer un trabajo urgente, en maquina de escribir.
En las direcciones, se contaba con varias maquinas.
Toño decía, mamá, déjame hacer la tarea en una maquina de la escuela.
No hijo, no abuses.
Pídela a los directores, ya sea de la primaria, o de la secundaria nocturna.
Y ahí va, mi tío Toño, con la maestra Domínguez, que vivía aquí en el pueblo, a solicitar permiso, para usar una maquina de escribir.
Regresa contento.
Dice la maestra, que si puedo usarla.
Anda, mamá, abre la dirección de la escuela nocturna.
Pronto acabare la tarea.
Y abuelita ¿Dónde esta el papel firmado por la directora Domínguez?
¿Qué dices mamá?
El permiso firmado por la directora.
¡Pero mamá!
Hijo, ¡papelito habla!
Tráigame ese papel de permiso firmado por la directora, y entonces, yo podré abrirle esa dirección.
Y tuvo que volver mi tío, conseguir ese papel firmado, y así, mi abuelita, le permitió usar esa maquina de escribir.
Así, que los de las colonias nuevas, podrían gritar hasta desgañitarse, que mi abuelita, el zaguán no abriría.
Los del pueblo, sus pobladores originales, no perdían el tiempo en gritos, buscaban a los de la presidencia, o iban a la zona militar, o buscaban a la directora de la secundaria nocturna,

la profesora Gloria Domínguez Zacarías ó se comunicaban rápido con algún maestro, ese maestro localizaba rápido al director y triunfantes, llegaban casi cargando a la autoridad, que por ser ellos, quienes la habían traído, ellos, los del centro de Pueblo Viejo, escogían los mejores salones, los mas amplios, para meterse, y esperar, con mayor seguridad, a los cambios del tiempo.
(en la foto,la maestra Gloria Dominguez Zacarías q.e.p.d. está en la fila superior,de izq. a derecha,de vestido de puntitos)

martes, 15 de junio de 2010

Amenazas de ciclón ( 1 )


AMENAZAS DE CICLON

Hubo vacaciones por completo diferentes, a las bucólicas que por lo común me pasaba en esa escuela.
Eran aquellas, en que hubo amenaza de ciclón.
Estábamos atentos a los avisos de radio, en la XETW, cada media hora, cada hora, decían el estado metereologico.
Se nota raro el ambiente.
Nublado, las personas acarreando lo más indispensable, las pilas, las velas, el mandado que no necesita refrigerarse.
En ocasiones, aunque aquí no entrara de lleno un huracán, el agua que baja de los ríos, inunda las orillas del pueblo, y de las colonias Margaritas y otras, y entonces…
Mi abuelita y yo, ya teníamos todo arrimado para varios días.
Yo contenta, dando ideas, ¿no hará falta una lata de duraznos?
¿Y unos chocolates “abuelita”? para mordisquear, ya vez que me pongo nerviosa.
¡Ahorita es cuando! Pido y pido.
Por ideas, que no digan que no aporto.
Y abuelita, ya hija, con eso nos basta y sobra.
Ni que fuéramos muchos en casa.
Y no se porque, pero eran en las noches, de las 7 en adelante, cuando empezaban a llegar los damnificados a la escuela “Expropiación Petrolera”.
Como el mal tiempo, siempre era en vacaciones, estábamos solas abuelita y yo.
Ni maestros, ni el director.
El zaguán principal y todas las entradas posibles de encadenar, con candados enormes.
Y llegaban golpeando el zaguán, llamando a gritos:
¡Doña Luz! ¡Doña Luz!
¡Ábranos! ¡Ábranos o tumbaremos el zaguán!
El corazón me latía a 1000 por minuto.
Y ahí va mi abuelita, con su manojo de llaves, con un gran llavero, que un maestro le hizo el favor de regalárselo; contenía todas las llaves, de todos los salones, de todas las bodegas, de direcciones, de zaguanes, etc.
Y mi abuelita, vestía faldas largas, casi hasta el tobillo, blusitas de florecitas pequeñitas, manga corta, con una camisetita interior, nunca uso brasier, en su juventud, lo que se usaba era vendarse el pecho, para aplastar los pechos, les daba pena, que se les notara los pezones.
Cuando llegue con ella, aun usaba rebozo.
Y yo, abuelita, eso ya no uses.
Solo te estorba.
Poquititas personas del pueblo lo usan.
Usa un suéter mejor.
Y dejo el rebozo.
Mi abuelita venia de tierra fría.
Se peinaba, con una trenza, que con el tiempo decía mi abuelita, mira mi colita de rata, cada dia mas ralita.
Y yo, abuelita ¿te la corto?
¡Niña!, tu siempre queriéndome cambiar.
Mi abuelita de piel morena, múltiples arrugas en su rostro, caminar sumamente cansado, arrastrando los pies, que al paso por los pasillos, se escuchaba el chancleteo.
Y llegaba al zaguán mi abuelita, y había infinidad de personas, deseando agarrar los mejores salones como hogar por unos días.
Afuera, personas, camionetas con muebles, un tumulto.
Algunas personas, manoteaban y gritaban groserías.
¡Dejemos entrar!
¡Ni que fuera su casa!
Abuelita, su rostro como esfinge.
Yo en estos momentos soy la encargada.
No puedo abrir, hasta que no se presente una autoridad.
Ya sea educativa, ya sea de la presidencia, o militar.
Y no abro, hasta que se presente una autoridad.
A esa autoridad, a quien se responsabilice de todo cuanto hay en esta escuela, a esa autoridad, entregare las instalaciones de esta escuela.
Y gritaban, gritaban de groserías.
Pateaban el suelo, y abuelita, como si nada.
Hubo momentos, en que se agarraban del zaguán, y lo zarandeaban, entre varios.
Pero era ese zaguán de los de antes, bien podían pasarse toda la noche zarandeándolo.
El zaguán no cedería.
Ni mi abuelita.
Y yo, abuelita, bajito, bajito, como plegaria, abuelita ¡ábreles ya!
Las personas rijosas, eran por lo común las que venían de colonias nuevas.
Allá, donde había otras escuelas primarias, y ellas no sabían como era mi abuelita.
Recta a morir.

domingo, 9 de mayo de 2010

Preparándome en mi niñez para ser madre


Preparándome para ser madre


En mi infancia bañaba a mis muñecas, les hacia ropitas, las vestía, y si no podía meter sus bracitos a la ropita hecha por mi, que nada de gracia tenían, eran unos sacos,

con 2 hoyitos para los brazos; pues si no podía vestirlas,

les zafaba los brazos, y ya vestidas, les volvía a poner los brazos.
Y si no se paraban las muñecas,
como yo quería,
las aventaba contra las paredes,

y las insultaba.
Si eran mías, porque no hacían lo que yo quería.
Y mi abuelita, ¿Por qué golpeas a las muñecas?
Porque se caen, porque esta debe estar sobre este mecatito,

es una artista de circo, y mira, como se cae.
A ver si así aprende.
¡Oye!, ¡oye!
Así no se tratan los juguetes.
Tu te estas preparando para ser madre.
En estos momentos, ellas son tus hijos.
Y a los hijos no se les maltrata ni se les pega.
¿Qué acaso yo te pego a ti?
Y vaya, que no siempre obedeces.
Y es cierto, sabía regarla.
En primer año, me la pasaba arrancándole hojas a mi cuaderno Polito, esos de bien poquitas hojitas, y con un dibujo al frente de un niño como astronauta y al otro lado, con las tablas de multiplicar.
Cuando la maestra Maria, le dio la queja a mi abuelita, que yo hacia barajitas mis cuadernos, y que de trabajo nanay, abuelita me hizo un remedo de pegarme.
Me dijo las quejas de mi maestra, y luego, tomo una reata, de las que se usaban para brincar, y con ella, golpeó el suelo varias veces, y señalaba, pobre piso, así te debería pegar a ti, pero no quiero.
No quiero dejarte marcadas las piernitas, por los reatazos, pero hazme caso ya. Componte por favor.
Y yo, al oír los chicotazos dados al suelo, me lo imaginaba sobre mi cuerpecito de niña de 6 años, y grité, que parecía, que me estaban matando.
Salieron unas maestras de sus salones, a indagar que me pasaba.
¿Qué le pasa a la niña Doña Luz?
¿Por qué llora así?
Y buelita, apenada, nada, nada pasa.
Ya ven como es mi nieta, habla fuerte, grita fuerte, y hasta llora fuerte.
Y buelita, me decía, diles a las maestras que nada te pasa.
¿Verdad que nada pasa?
¡Ay, ay, ay!, ¡nada me pasa!, ¡nada!
Y las maestras intrigadas, volvieron a sus salones.
Bueno,bueno,eso era en mi infancia, uuuuhhhh,
¡hace tanto tiempo !
¿ Ustedes han visto que las niñas de hoy jueguen con muñecas ?????????
que las carguen ,que se imaginen que son sus bebés ????
¿ que jueguen a las comiditas ?????

sábado, 24 de abril de 2010

vacaciones en tiempos de lluvias



VACACIONES EN TIEMPOS DE LLUVIAS

Y se venían las lluvias, y empezaba el croar de ranas y sapos…
Atrás, del pozo hasta la cerca, se hacia una gran laguna.
En la noche, se oía, croooac, crooooaaac…
Yo salía, entre 6 y 8 de la noche, a los patios, y buscaba sapos y ranas, que entretenidos, comían cualquier insecto, o fruta; con una lámpara de pilas, a veces, me acercaba lo suficiente como para dejarles caer un frasco vacio de vidrio transparente, con su boca ancha boca abajo, y así, después con un cartón, atraparlos en el frasquito.
También, de ese modo atrapaba lagartijas, durante los días soleados, cuando se posan sobre piedras.
Ya con un bichejo de esos, observaba durante horas su pancita, con sus venitas azules, como se inflaba, como se desinflaba, pausadamente, al ritmo de su respiración. Las tapas las tenia listas, con hoyitos, para no asfixiarlos.
No hay un sapo, igualito a otro, ni lagartija igualita a otra, todo lo que existe, aunque esta clasificado de modo general, como caballo, o gato, es diferente, es único e irrepetible.
Las matices de los colores de los sapitos varían, el tamaño, su forma de actuar, unos con saltos muy largos, otros se hacían los muertitos.
También comprobé, que todo tiene un derecho y un revés; las piedras, levanta una de su sitio habitual y te darás cuenta, esta mas oscura por un lado, que por otro.
Y los seres humanos, tenemos nuestro derecho y revés.
Y no te hablo solo de la espalda y del frente.
Te hablo, que somos malos y somos buenos.
Somos de los dos modos.
Estar concientes, que a veces, alguien puede ser muy bueno, en algo o para algo, y en otra cosa, ser una nulidad.
En que, puede alguien ser un dulce contigo, y si tocas, sin querer, su lado oscuro, no te enojes, si ves brotar la hiel en su mirada y su voz.
Somos como charcos después de una lluvia.
Parecemos transparentes, diáfanos, mas si alguien revuelve con un palito brotara el lodo, y nauseabundos, nos rehuirán en mas de una ocasión.
Buelita me decía, deja los animales en paz.
Los sapos, si se enojan orinan fuerte, y si ese chorro, cae a tus ojos, ciega quedaras.
¿A poco?
Yo ya he atrapado muchos sapos, y nada ha pasado.
Porque Dios te ha visto.
Pero no tires tanto de tu suerte, porque un dia, no te librarás.
Y empezaba, buelita, con sus historias de terror…
Esos animalitos, tienen familiares, en la noche, cuando estés dormida, entraran a la casa, y al escuchar los quejidos del atrapado, sobre ti caerán.
Lo malo, es que duermes conmigo, y hasta yo la voy a llevar.
Ya abuelita, ya entendí, mira, como los dejo salir, ya ves, si yo los trato bien. Solo los observo.

martes, 13 de abril de 2010

Propaganda y juegos mecánicos



JUEGOS MECANICOS

En los días soleados, pasaban avionetas, arrojando propaganda, y a la escuela por su gran extensión, le caían infinidad de boletitos, que yo recogía, y jugaba a ser dueña yo de un circo. Pasaban avionetas, surcando el cielo, con anuncios, que dibujaban con letras de humo blanco.
Había ocasiones, en que globos aerostaticos, con diferentes dibujos y colores, se veían en el inmenso cielo azul, a los globos, con canastillitas, los seguía jubilosa con la mirada, tenía un amplio margen de panomica para observar, recorría los pasillos del segundo piso de la escuela, hasta que se perdían en el infinito.
A un costado de la escuela, por el lado de donde una vez, fue comedor, en la calle, se ponían unos juegos mecánicos, contaban con sillas voladoras, tiro al blanco, rueda de la fortuna, que abuelita, me contó, que ella vio, cuando era pequeña, en su lugar de origen, como a una joven de pelo muy largo, se le enredó el pelo en la rueda de la fortuna, y hasta que pudieron detener su mecanismo, a áquella joven, se le desprendió toda su cabellera, incluido su cuero cabelludo, y que la chica aquella, pelona de por vida quedó.
¿Creen que abuelita me dejaba ir a los Juegos Mecánicos, a pesar de estar tan cerca?
Pues no
Algo me podía pasar.
Abuelita, ¡déjame ir!
La maestra Adelfa me quiere llevar a esos juegos, junto con sus hijos.
¡Déjame ir por favor!
¡No! Algo te puede pasar. Te puedes caer de las sillas voladoras.
Te juro no subirme.
O de la rueda de la fortuna
Tampoco me subiré en ella.
¿Entonces a que vas a los juegos mecánicos?
Solo me subiré a los caballitos, y a los carritos, esos que simulan subir y bajar unas olas…...
¿Y para que te quieres subir a ellos?
Para sentir como doy vueltas y vueltas.
¿Para sentir vueltas y vueltas?
Si, eso quiero sentir.
A ver, y mi abuelita, me tomaba de ambas manos, me daba vueltas hasta que yo pedía… ¡déjame ya! ¡Ya me marie!
Me soltaba, y me decía, ya te di de vueltas, vueltas querías, vueltas te di.
Y a esos juegos mecánicos no vas.
Con abuelita, había que efectuar labor de convencimiento.
Nada conseguías fácil.
Ni cosas, ni permisos, todo, todo, tenias que rebatir cada punto, uno a uno junto a la pared infranqueable, aparente, de la voluntad de nuestra abuelita.
Practique durante años, el poder del convencimiento, del buscar el punto de vista del contrario; si yo decía un dia, blanco, abuelita decía negro, y yo tenia que defender ese blanco, que yo exponía, y al otro dia, abuelita decía, sabes que, tienes razón es blanco, pero ahora explícame porque no puede ser negro.
Y así, me preparó abuelita para la vida.
En la vida nada es fácil.
Y me conformaba con mirar, a los niños, jugar es esos juegos mecánicos; me trepaba a la barda de la escuela, me agarraba con fuerza de la tela mallacorla, y escuchaba la música, canciones que empezaban a sonar desde las 6 de la tarde, hasta las 11 de la noche.
Tristonas, de Javier Solís, como Payaso; de Cuco Sánchez, Anillo de compromiso. Amalia Mendoza, la Tariacuri, con Echame a mí la culpa de lo que pase, y Grítenme piedras del campo.
Los hermanos Carrión con Magia Blanca, Fue en un Caféee,eee.
Cada vez que veo por la ventana, ventana.
Mary es mi Amor de Leo Dan,
De Palito Ortega, Julio Iglesias, con tiré tu pañuelo al rio, para mirarlo como se hundía.

En la foto,mi hijo,a quien llevabamos a todos los juegos mecánicos ,
que no se quedara con las ganas de disfrutar algún juego.
Si no se subió alguno,fue porque no quiso.

Lo que yo no pude hacer en mi infancia,
que mi hijo lo disfrutara a manos llenas,
Gracias a Dios se nos concedió.

Cómo dicen ...Vida,estamos en paz.

lunes, 12 de abril de 2010

Ni reintegro

En este sorteo del zodiaco,nuestros números concursantes,ni ha reintegro llegaron.

El número del premio mayor fue 4673 y el signo fue acuario.

Gracias por su atención.

martes, 30 de marzo de 2010

Creemos o no Creemos



CREEMOS O NO CREEMOS

Y hoy, que ya no está mi abuelita, y escucho a mi papá, a tu papá. Mely, con una platica muy parecida, sólo cambiando los términos.
Si dejo de trabajar… y papá ya se jubiló, y sigue trabajando por su cuenta, y tiene todo, casa, carro, dinero no mucho pero suficiente en el banco, y tiene esposa y tantos hijos en buena posición económica, no son ricos, pero viven desahogadamente, y tiene temor en su corazón al mañana,
y el mañana ya le llego, ya tiene cerca de 80 años, y nada le falta, y dice, y si el dia de mañana…….
Y lo tranquilizamos.
Papá, si quieres ya no chambees, nada te falta, trabajas porque tu quieres, porque te gusta hacerlo,
y los ojos de papá, me miran igual que los de mi abuelita, hay temor en ellos a un mañana, que ya están pisando.
Y después de días, papá empieza, si no dejo de trabajar, dice el doctor, que me moriré trabajando, igual que mi madre; que no disfrutaré de paz en mi casa, pero yo me aburro si no voy al trabajo.
Si dejo de trabajar, y todo va subiendo, y los pagos de luz, agua, predial, esos siguen subiendo, y mi pensión no.
Si dejo de trabajar, me voy a arrepentir, ¿Cómo ves hijita?
Si ya no trabajo, ¿me alcanzara lo que tengo para vivir?
Mely, quisiera decirle papá, tu pocas veces has vivido plenamente.
Papá, solo viviste en ratos, cuando cargabas a mis hermanos, cuando, en muy poquísimas ocasiones, jugaste con ellos, cuando de vez en cuando, te atreviste a abrazar a mi hermano con cariño, tenias temor a hacerlo gay si lo apapachabas mucho, no papá, tu muy poco has vivido.
Y ya te queda muy poco tiempo para hacerlo.
Para realmente vivir en el disfrute pleno de lo que es una familia, que se ama y se protege.
Trabajaste toda tu vida, nada material hizo falta en tu casa, gracias a Dios y a tu trabajo, pero papá…
La vida es algo más que lo material, papá.
Vale más un cariño, una muestra de afecto, demostrada a tiempo, cuando el alma del niño tanto la necesita, que todo lo superfluo, que tantas veces, correteamos con tanto afán.
Pero, ¿sabes, Mely?
Temo herir a papá.
Lo quiero, y no deseo dañarlo.
Solo lo abrazo, y le digo, papá, no te preocupes, ten Fe en Dios.
Ten Fe en Dios, y no escuches esos susurros malditos, de desconfianza en Dios.
De desconfianza en la Misericordia de Dios.
Papá, cuando la desconfianza al mañana atenace tu corazón, arrancarla con esta frase:
¡Apártate de mi, Satanás! ¡Dios me ama, soy su hijo, y nada me faltará!
La cabeza de papá, con su boinita gris, de cuadritos, asiente una y otra vez, como la de un niño, ante las palabras de un adulto.
Y solo soy la niña de ayer de papá, soy su primer hija, la que se crió en casa de la madre de mi papá, a la que papá, le dice, a veces te veo como si tu fueras mi hermana, te crió mi madre, y te estoy muy agradecido, por como la viste hasta el final de sus días.
Quiero a papá, por ser hijo de la única persona, que aceptó el reto de levantarme, de criarme y darme estudios.
Quiero a papá, porque cuando quedó solo, desde que yo tenia 6 meses de nacida, aguantó el abandono, y me cuenta, que me llevaba los fines de semana, a un parque, cercano a la casa, y conmigo en brazos, completamente enfermo de coraje, amarillos su piel y ojos por un gran disgusto que había pasado, apretando mis colchitas contra su pecho; que gruesas lagrimas rodaban por su rostro moreno, caían sobre mi cuerpecito, y yo, lo veía, gorjeaba y balbuceaba, y con mis manitas, tocaba su rostro, su barba crecida, de días de abandono de su persona; y papá, pensaba, fui abandonado, pero ya estoy grande.
Mi hija, tan pequeña, sólo me tiene a mí; debo ser fuerte.
Una vez, me dijo papá; si no es por ti, yo me hubiera suicidado.
Y entonces, hermana Mely, ni tu ni mis hermanos, hubieran nacido.
Y mi hermano el sacerdote, mi hermano Eduardo, no andaría por África, ayudando a esos negritos simpáticos, de pelo chinito, pegadito al cráneo, negrito orgullosos de su color, que ríen del hombre que por el clima, la enfermedad, la edad, cambiamos de un color a otro.
A pálidos de susto, a verdes de envidia, a morados de coraje, y ellos, son y serán siempre negritos, de piel hermosa, labios gruesos, y un corazón grande y sencillo.
Viví con papá, hasta que Dios consideró que yo le hacia falta.

jueves, 25 de marzo de 2010

Buelita y yo





BUELITA Y YO

Y seguiré contando, como pasaba los meses de vacaciones, en la escuela "Expropiación Petrolera" ,de Pueblo Viejo,Veracruz.
De pequeñita, abuelita me contaba historias; y jugábamos a:
Abuelita, me sentaba en su regazo, de frente a ella, a horcajadas.
Me tomaba de los dos bracitos, y entonaba el…
Aserrín, aserran,
Los maderos de San Juan,
Piden pan,
No les dan,
Les dan un hueso,
Se les atora en el pescuezo,
Y se ponen a llorar…….
Al tiempo, que me balanceaba hacia atrás y hacia delante.
Al final, se iba más de prisa, y terminaba, haciéndome cosquillas en el cuello, cuidando que no me fuera a caer.
Mas grandecita, parada frente a ella, tomaba una mano mía, y hacia con la otra mano de ella, como si una hormiguita o arañita, fuera caminando sobre mi brazo.
Decía: ahí va la arañita, caminando a su cuevita, se encuentra una amiguita, se para a comprar mandadito, y abuelita con sus dedos simulaba los pasitos cortos de un animalito.
Yo ya me sabía el final, pero me gustaba jugar una y otra vez con mi abuelita.


Y con un rápido movimiento, de su mano, que emulaba a un animalito, empezaba a hacerme cosquillas, en esa mano que había servido de caminito.
Y que se mete a su cuevita, y la cuevita o casita, pues era la axila y era un reír, un pasársela bien, un estoy bien.
Somos abuelita y yo, pero estoy bien.
Abuelita me quiere, aunque no me lo diga.
Tuve que trabajar mucho, buscar la llave a sus sentimientos, la llave a su corazón, para que abuelita me dijera que me quería.
Años y años.
Y lo logré.
Después de años y años.
De niña le decía:
Abuelita ¿me quieres?
Claro, estoy al pendiente de ti.
Y abuelita, ¿Por qué tu no me compras juguetes, como mis papás?
Porque yo te visto, te calzo, te doy todo lo que necesitas, allá ellos, que te compren juguetes.
Abuelita, ¿Por qué nunca me dices que me quieres?
Porque te lo demuestro.
Es que yo quiero oírlo
Dime que me quieres, ¡anda dímelo!
No le veo caso, lo que se ve, no se pregunta.
Pues, yo te quiero mucho.
Te quiero tanto, pero tanto, que cuando tú mueras, yo me suicidaré.
Sin ti, no quiero vivir.
¡Niña! No digas eso, ni de broma.
No es broma abuelita.
No me imagino vivir sin ti.
Eso dices ahorita, deja que te enamores, y tu abuelita chuchurreta hasta te va a estorbar.
¡Ya lo veras! ¡Si lo sabré yo!
No abuelita, yo nunca me voy a casar.
Yo cuidare de ti, y de mi tío Ángel.
Tú te jubilarás, y rentaremos un cuarto, donde felices los 3 viviremos.
¡Niña! ¡Niña!
¡Sueñas con los ojos abiertos!
Y empezamos un dialogo eterno.
De esos diálogos, que se eternizan, porque no se les encuentra solución posible.
Oye hija…. Dime abuelita.
Tú crees que al rentar casa, nos acepten con tu tío, ¿así como es?


¡ sabes que tiene esquizofrenia !
Cuando se pone bravo y grosero, y grita tantas maldiciones
Sabes, hijita, creo que en ninguna casa cabremos, nos correrán pronto.
Abuelita, no te preocupes. Rentaremos casa a las orillas del pueblo, donde nada se escuche, donde no tengamos vecinos cerquita, donde corra el aire libremente. No te preocupes todo saldrá bien.
Tienes razón, hijita, en este pueblo, hay mucha tierra, y muchos solares existen retirados, ahí rentaremos.
Y abuelita, se quedaba contenta por unos días.
Oye, hijita…. Dime abuelita.
Cuando yo me jubile, y rentemos una casa en las orillas, no te da temor, que una noche, alguien intente hacernos daño; sabes que tu tío Ángel, le da por vagar, y cuando lo quiere hacer, ni para que oponerse, seria capaz de darnos un mal golpe.
Y tú y yo, solitas en ese solar, apartado de toda gente, ¿si alguien nos quiere hacer daño?
Abuelita, no te preocupes. Rentaremos casa en el centro, donde hay muchos vecinos, donde todos nos veamos como familia.
Y abuelita se quedaba contenta por unos días.
Hasta que regresaba con su interrogarse, en el sentido contrario.

viernes, 12 de marzo de 2010

El Mataperros



EL MATAPERROS

En muchas poblaciones he escuchado hablar del señor del costal, del roba chicos, del coco, y de tantos inventos, a los que recurre la imaginación popular, así como de la llorona, del jinete sin cabeza, del cuco.
Pero solo en Pueblo viejo, supe que existiera el mataperros.
Si , EL MATAPERROS.
Contratado por “alguien”, tal vez por debajo del agua.
Cada que se venia la canícula, los calores tremendos, y se corría el peligro de que algún perrito callejero, contrajera la rabia, salía este singular señor, que tenia este oficio.
Y todos los habitantes corríamos la voz.
Ya anda el mataperros haciendo de las suyas.
Amarrábamos a los perritos, los encerrábamos, y empezaba el aullar de perros, el chillar.
Pues si siempre andaban libres por todo el pueblo.
Las calles del pueblo se veían mas desoladas, sin la presencia continúa de éstos animalitos fieles.
El mataperros, vestía camisa de manga larga, pantalón grueso de mezclilla, roto por aquí y allá, por algunos canes que no tan fácilmente se dejaban atrapar.
Botas altas, como para pisar víboras.
Un sombrero para protegerse de los soles.
Una mochila, donde guardaba sus frascos mortales, lazos de diferentes gruesos, y longitud, restos de comida en bolsas. Y que no le faltara el tambor.
Grande, de lámina gruesa.
Veía a un perrito, solo, por esas calles de Dios, se le acercaba con cuidado, le aventaba un poco de comida, a que el animal la oliscara.
Ya perdiendo el miedo la posible victima, la atraía con otras porciones pequeñas de alimento, hasta que la hacia que se introdujera al tambor.
Ahí, en el tambor, tenia mas comida, pero envenenada.
El can la deglutía, y el mataperros empezaba con su macabro rodar del tambor por el pueblo, donde se sentían escalofríos al escuchar los aullidos del perro envenenado.
Para un lado, para otro; hay iba el pobre perro, rasguñando las paredes curvas del tambor.
Ya muertos, le pasaba una lazada por las patas, lo introducía a un costal, le dejaba un momento en una esquina mientras buscaba más victimas.
Luego pasaba con una carretilla, recogiendo los bultos que había dejado.
Algunos chiquillos, agarraban aquello como un juego.
Seguían al mataperros, por varias cuadras, le echaban porras, le avisaban donde había un perrito callejero.
Las madres, al notar la ausencia de sus vástagos, los buscaban, y de las puras orejitas se los llevaban a sus casas.
Pero que andaban haciendo; divirtiéndose a costa del sufrimiento de un ser que aunque no piense (¿será cierto que no piensa?), tiene vida.
A ver, tú, ponte a hacer eso; y tú, arregla allá.
Que tal si se le escapa alguno; el perrito, al sentir los dolores, los puede morder.
Nadie los mando a andar tras el mataperros.
El lo hace por necesidad; ustedes por gusto.
Ya tiene tiempo que no ha existido un caso de rabia en Pueblo Viejo,Veracruz.
Antes del mataperros, un señor, bañándose, como se encontraba alejado de la casa el cuartito, destinado a ese uso, sin techo, una rata, le brincó a un hombro, y una levísima herida le produjo.
No supo si fue mordedura, o sólo un rasguño.
No se hizo caso, tenia mucha chamba, solo se enjuagó, y posteriormente, al cabo de unos días, murió, por la espantosa enfermedad de la rabia, o hidrofobia.
Hace muchos, pero muchos años de esto que estoy narrando.
Ya no he sabido que exista el mataperros.
¿Por qué en otros sitios no se necesito del mataperros?
O tal vez, si existió, pero fue mas cauteloso.
Tal vez, encerraba a los perritos, en un sitio secreto, donde nadie se diera cuenta que eran sacrificados.
¿Qué es más malo, matarlos haciendo un circo de ello, o matarlos en lo oscurito? Se los dejo de tarea.

sábado, 6 de marzo de 2010

Remy y Yugui

Cuando estaba pequeña,en mi casa estaba prohibido llorar; si moría algún animalito de los muchos que teníamos, ni por pollos, comidos por tlacuaches, ni por una perrita, que llegó sola, y se encariño conmigo.
Ni por gatitos, que siempre, aparecían camadas completas, en cualquier rincón de la escuela.
Todavía, hasta hace muy poco, yo seguía con el no debes llorar por un animal.
Le decía a mi hijo, no llores, ¿se murió un perrito? No te apures, conseguiremos otro.
Los vacunaba, desparasitaba, y si se enfermaban o ponían tristones, los llevaba con el veterinario.
Bien cuidados, pero si morían, nada de llorar.
Ya me había hecho a la idea, se va a morir.
Ya hice todo lo posible, no hay remedio.
Y ni modo.
Pero este octubre, próximo pasado, contábamos en la casa, con 2 perritos de 3 años, uno grande hermoso, cruzado .
Blanco, con manchas cafés.
Y uno, más pequeño, también blanco, con manchas cafés, también cruzado,pero este coker.
Los 2 cariñosos, a más no poder.
Juguetones.
A las 6 de la mañana, los deje salir de mi casa.
Para las 7 un rechinido de carro, un chirriar de llanta, un trancazo seco, yo estaba en la casa, y ese golpe, y ese aullido de dolor, taladró mis oídos.
Presentí lo peor.
Salgo a la cochera, abro el zaguán y veo venir tendido a mi perrito, al más grande, a mi Remy, y tras de el al mas pequeñito, al Yugui.
Llegando al frente de la cochera, mi perro parando su pecho, se arqueaba de dolor, me miraba suplicando ayuda, yo abrí la reja lo mas posible, y con palabras cariñosas, le decía, ¡Entra Remy! ¡Entra a tu casa!
¡Ándale chiquito! ¡Entra ya!
Y mi Remy, hizo un esfuerzo, entro a la cochera, y ahí, se hecho de golpe y se quedo, inmóvil, estirando sus patitas, blancas, con botitas cafés.
No se, pero mi perro, tenia una expresión de sumo dolor.
Sus ojos, no dejaban de mirarme, como pidiéndome ayuda.
Sus ojos de café claros, tan tranquilos siempre, tan seguros de mi cariño, me suplicaban ayuda, y yo no podía dársela.
Baja mi hijo, ¡mamá! ¿Qué pasa?
¿Qué le pasa a Remy?
Se estiraba Remy, se encogía, y yo rápidamente, a mi hijo le explique, lo que había pasado.
Y le dije, hijo, ¡recemos! ¡Recemos! Pidámosle a Dios, que lo hizo, a Dios, que si es posible, al rato que abra el veterinario de aquí cerca, nuestro perro se salve; pero si no hay remedio, que nuestro Remy, no sufra tanto, de un modo tan inútil.
Y empezamos a rezar, de modo audible, y mi perro nos veía, y yo le decía,
¡Chiquito! ¡Mi Remy!
¡Como quisiera poder ayudarte!
¡Te queremos mucho!
Le pido a Dios por ti, que te ayude.
Y mi perro, nos veía, y aunque nadie me lo crea, y no me importa ser tachada de lucas, mi perro se relajo, y juraría que agradecía oírnos rezar, y así murió.
Su hociquito, quedo estirado hacia atrás, enseñando sus colmillos, y toda su dentadura.
¿Entendería mi perro mi preocupación por el?
¿Se sentiría acompañado?
Porque yo le decía a mi hijo, no te vayas, que Remy no se muera como un perro, ¡solo!
Será perro, pero tiene quien lo quiera.
¡Y no se va a morir solo!
Y murió, cobijado con nuestro cariño, no duro ni 10 minutos su agonía.
Y mi esposo, ¿pues que paso aquí?
¡Y para que lo dejaste salir?
Y llore 3 días, cada que platicaba de Remy, y cada que me acordaba de mi perro, llore y llore.
Llore por perros, gatos, pichones, pájaros, por todo ser viviente, que alguna vez quise y no pude demostrar mi dolor ante su perdida.
Y mi esposo decía, ¿no lloraras de remordimiento?
¿Por qué de remordimiento?
Ni que lo hubiera matado yo.
¡Porque lo dejaste salir!
Pero si no fue la primera vez, cada semana, muy de mañana, le dejaba salir, junto a su hermano.
Llore, porque me cayó muy de repente su muerte.
Lo vi salir corriendo, vigoroso, sus músculos tensos, brincando de gusto, y al rato, agonizando.
Por primera vez, no sentí tener control sobre lo que pasaría después.
Llore, porque quería a mi perro.
Llore, porque no pude quitarle ese dolor, porque me daban ganas de tener enfrente al desgraciado, que le aventó el carro, y decirle algunas frescas.
Que comprendiera, que tal vez, sino hubiera sido mi perro, tal vez, un ser humano hubiera sido el atropellado, hubiera sido la victima inocente de su forma inconciente de manejar.
Que comprendiera, que un carro, así como es útil, también es un arma letal, la mas letal de todas.
Y que por eso, uno debe de ser muy cuidadoso al manejar.

martes, 16 de febrero de 2010

Platicaba con todo lo que me rodeaba



Las vacaciones se me hacían largas y tristes.
Así fueran navideñas o de fin de cursos.
Maestros, alumnos, todos se iban a sus casas.
Incluyendo los maestros, que vivían en el anexo a la escuela.
Los salones, cerrados con candados, solo se abrían cuando se acercaba el inicio a clases, para limpiarlos, y tenerlos listos.
Deambulaba como duende por toda la escuela, con mis juguetes en rastras, en unos carritos, que hacia de cajas de zapatos, a los cuales les hacia un hoyito, de donde partía un mecatito, y así, mis juguetes y yo recorríamos, toda la escuela.
Hasta, que aquella cajita, quedaba destrozada de tanto deambular, y otra caja de galletas, de lo que fuera, ocupaba su lugar.
Platicaba con todo lo que me rodeaba con juguetes, con árboles, con muros, con las nubes, con los rayos del sol, con los animalitos.
Y nada de llorar.
Estaba prohibido.
Desde la vez, en que una noche, observando a los alumnos de secundaria nocturna, jugar al básquetbol, yo sentada en la orillita de la banquetita, que quedaba frente a nuestra casa, un pelotazo dio en mi rostro, y lloré.
A gritos lloré.
Y nuestro tío Ángel, el loquito, salió con el machete en mano, dispuesto a matar al que se había atrevido a hacerme llorar.
Me sorprendió la respuesta de mi tío Ángel.
Desproporcionada, a lo que me había pasado.
Completamente fuera de toda realidad.
Fue todo un logro calmarlo.
Y abuelita, me regañó.
¿Quieres que tu tío mate a alguien por tu culpa?
Métete, y no salgas de casa, si no sabes soportar los golpes, sean del tipo que sean, si vas a llorar por todo, mejor no salgas de casa.
No nos metas en problemas.
Bastantes tengo yo con tu tío Ángel.





Me tragaba mis lagrimas, las reprimía, y después de muchos años,he aprendido de nuevo a llorar,de felicidad( como cuando nació nuestro hijo),de tristeza,de gozo,de nostalgia, razoné...


si Dios nos dío las lagrimas fue por algo.





Les diré un poema de un sacerdote( no recuerdo su nombre) que ya murió de cancer,y sus ultimos días redactó lo siguiente:


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ASI COMO TODOS LOS RIOS LLEGAN AL MAR,




ASI NUESTRAS LAGRIMAS LLEGAN AL CORAZON DE DIOS.




Reciban un gran abrazo amigos, y recuerden,no es malo llorar,seas hombre,seas mujer,niño o anciano, llorar no es debilidad, es DESAHOGARSE.


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domingo, 7 de febrero de 2010

Vivir en la escuela



Claro que disfruté vivir en la escuela "Expropiación Petrolera" de Pueblo Viejo, Veracruz.
Con todo y su carga de trabajo.
Los maestros, eran libres de mandarme a hacer pagos aquí y allá; y lleva esto, y necesito esto. Pero, me gustaba el ambiente de la escuela.
Sus murmullos, incluidos los de los alumnos, los de los pichones, y todo, todo lo que hacia a ésa escuela tan especial.
Cuando cada ocasión de festejos, cómo de dia de madres, del maestro, del soldado, que porque se acerca navidad. Siempre, se viste de un modo, y de otro a los salones, a las paredes, a la escuela, que se vea de fiesta.
Y los maestros, andan presurosos, y los niños, jubilosos.
Y los ensayos de tal o cual bailable, o de la cuerda, o de los concursos de deportes ¡no me aburrían!
Acercándose navidad, los maestros encargaban a cada niño una esferita, de las de antes, de vidrio delgado y color liso.
Las comprábamos en las tienditas del pueblo, envueltas en sus cucuruchos de papel periódico.
Y los árboles de navidad, algunos eran troncos secos de arbolitos, engalanados con mucho algodón, simulando nieve, o se hacían hechizos de conos grandes de cartón, forrados, de sopa de moñitos, pintados estos de aluminio.
O en las paredes, se dibujaba un pino, y luego, cada niño, aportaba tarjetas viejitas de navidad, y todo muy alegre, se vestía a ese pinito de la pared.
O de estropajos de fierro, se desdoblaban, y se hacían campanas, con una esfera como badajo. Cada año era diferente el preparativo navideño.
Y mi papá, y mi mamá, me mandaban regalos.
Primero, el cartero, me traía una tarjeta, con el aviso de un paquete en el correo.
Ir con abuelita, por el camino, que corría desde lo que era la caseta publica de teléfonos, que era atendida por una señorita; entre esa caseta, y la iglesia, de la Purísima Concepción.
En ese caminito de tierra, había infinidad de flores, pájaros, casas alegres llenas de luz, mariposas, el solo recorrerlo, era una aventura.
Como a 6 cuadras, de la plaza, daba uno vuelta a la izquierda, a topar la calle que venia del monumento a Cuauhtemoc, en esa esquina, cruzando la calle, el edificio de un solo piso, de material, era la oficina de correos.
Se usaban en ese entonces, unas brochas y pegamento, que creo que era de la corteza de lo que escurre en los árboles de nogal, así, de ese color vidrioso, era el color del pegamento áquel, que estaba en unos botes en correos; eran para cerrar los sobres y pegar estampillas.
Recuerdo, que nosotras siempre, mandábamos cartas y cartas.
Y papá, la letra de sus cartas.
Remarcaba una y otra vez, sus letras.
¿Con inseguridad?
Mi papá, habla a tramos cortos, y se regresa de continuo en lo que dice, y repite otra vez, buscando en su mente lo más adecuado a decir, precavido, como abuelita.
No papá, no le perdió nada a abuelita.
A lo mejor, refinó en algunos defectos.
Pero nadie es perfecto.
Y yo lo quiero así, tal como es.
Y me daban unas cajotas de ensueño.
Enormes, como las de las televisiones actuales de 29 pulgadas.
Y en el camino a casa, pesaban las cajas.
A poco a poco. Llegamos a casa.
No importaba; que vieran que mi papá, se acordaba de mí.
Que habían ido al otro lado (E.U.), y escogido papá y mamá, regalos navideños para todos.
Y yo estaba siempre en esa lista.
Yo contaba en esa lista como hija.
Y tal vez, solo en esa lista.
Al llegar a casa, abrir semejantes cajotas, contenían muñecas que hablaban, que caminaban, que tomaban mamila y tenían un hoyito para hacer pipi. Juegos de te, estufitas, cajitas musicales, muñecos inflables. Ropita para muñecas, perfumes, talcos y tantas cosas, para mis muñecas.
Se que escogían lo mejor para mi; escogían lo mejor, con el pensamiento, ella está muy sola, sola con su abuelita.
Pasara navidades y años nuevos, y cumpleaños sola.
Pero ahí le van regalos, y regalos.
Y ponía mis juguetes, en filita, en la cerca, donde pasaban los pobladores del pueblo, con sus hijos de la mano.
Y chuleaban las muñecas. Y me decían, para halagarme, la muñeca se parece a ti.
Y si eran grandes las muñecas, creíamos que tú eras la muñeca.
Pueblo Viejo, es prodigo en piropos cariñosos a los niños.
Y las niñas comentaban a sus padres ¡yo quiero unos juguetes como los de esa niña!
Y yo pensaba, ¡yo quiero unos padres como los tuyos!


Unos padres, que estén cerca,que cada mañana despiertes,y los veas.


Me acostumbré a mirar con el Corazón y el Alma.

lunes, 1 de febrero de 2010

Cosecha de aguacates



Bueno, seguimos con el regreso de vacaciones grandes, y la cosecha de aguacates.
Había un árbol de aguacate de mantequilla, daba pocos frutos, pero muy grandes.
Estaba el del fondo, que daba cientos de aguacates de cáscara gruesa, otros árboles de aguacate, que se les ponía la cáscara morada, y para que le sigo, un edén.
Se llenaban varios baños de aguacates.
Mi abuelita, se encargaba de contar, dividir en porciones, y luego clasificar por tamaños los aguacates, y en bolsas de estraza, que tenían unos hilos, que las hacían mas macizas, y que servían de agarraderas, los iba colocando.
Las bolsas con aguacates más grandes, para el señor director, y otras bolsas para cada maestro. Del turno matutino y vespertino.
Ese primer dia, el de regreso a clases, no había tales clases, era mas bien de matricular.
Andaba poco alumno, por los patios de la esuela.
También se cortaban tamarindos, y como daban muy poquitos, sólo a unos cuantos maestros les tocaban.
Mi abuelita, se encargaba de cuidar todos los árboles frutales en vacaciones; solo consumíamos, los que se caían solos, en picos de gallo, como guacamole, en salsas, etc.
Abuelita decía, no son míos los frutos, son de la escuela y para la escuela.
Y sobraban aguacates de los que caían, los colocaba en filita, en las bardas, donde quien pasara, los pudiera tomar.
También había cosecha de papayas, guayabas, limones, cocos, plátanos, mandarinas, anonas que es un fruto muy raro, primero se queda pelón el árbol, sin hojas, y quedan esos frutos, como piedras duras, que los chamacos, en un descuido, ocupaban para jugar a batearlos.
Ya madura la anona, tiene un sabor como a zapote, pero más dulce, su pulpa es clara y la semilla esta más alargadita.
¡Un manjar!
De esos frutos, no recuerdo su fecha de cosecha, la de los aguacates si.
Empezaban las clases, ¡cosecha de aguacates!
Y me gustaba ver la sorpresa y gusto de los maestros, cuando se iban a sus casas, con sus bolsas llenas de aguacates.
Murió abuelita, y luego, luego, en el primer regreso de vacaciones, ni un aguacate encontraron.
¿Y los aguacates?
Estaban los árboles, pero pelones.
Que los chamacos se metían a robar.
Y los maestros, ¡al que se los comió, chorro verde le debió de dar!
Eran demasiados aguacates, ¿Qué se hicieron?
Me gustaría saber, si alguna otra vez, esos maestros, saborearon un aguacate de la escuela Expropiación Petrolera,de Pueblo Viejo,Veracruz.
No hubo un solo maestro, que reclamara alguna vez, por la clasificación o repartición que hacia mi abuelita Luz de la cosecha de aguacates.
Sabían de sobra, su forma justa de obrar. A todos por igual, excluyendo por supuesto al señor director que le tocaba de lo mejor y en mayor cantidad.
La foto muestra a maestros de la escuela Expropiación Petrolera ( años 50-60).

domingo, 24 de enero de 2010

JESSI ESTA EN CASA

Gracias amigos por todas sus oraciones y súplicas por la salud de Jessi a Nuestro Padre Dios,
ella salió bien de su operación,y ya se encuentra en casa,con sus padres.

Para mayores informes,pueden visitar el siguuiente blog:

http://elmundodejessika.blogspot.com


Unidos en oración y amor, demos gracias a Dios.

miércoles, 13 de enero de 2010

CADENA DE ORACION POR JESSI

Pedimos a nuestro Padre Dios por la salud de nuestra amiguita Jessi ,

que le de fortaleza a sus padres

y que se cumplan las palabras de la Biblia en Deuteronomio 7:15

Y QUITARA JEHOVA DE TI TODA ENFERMEDAD.


Me uno a la Cadena de Oración de La Familia Bloguera, encabezada por el blog de Christian ,de

Sandra, de Estrella y muchos más que estamos unidos en el amor por Jessi,una peke que está

peleando muy duro por su salud.

Los invito a que se nos unan pidiendo en oración por el restablecimiento de esta chiquitita de 12

años a quien se le realiza un transplante de riñón.

jueves, 7 de enero de 2010

Regreso a clases



Hablaré del regreso de las vacaciones escolares.
De cómo las vivía yo.
Maestros, alumnos, se iban a sus casas.
Los maestros que vivían en el anexo, también.
Para esto, el primer dia laboral cuando regresaban de vacaciones, de julio y agosto a la escuela, se cortaban todos los aguacates del solar de la escuela.
Se llenaban varios baños de diferentes tipos de aguacate, del oloroso, redondo y grande, que por cierto, siempre le salían manchas negras, como lunares.
Era su piel muy delgadita, y el director de la escuela, profesor Jesús Briones Vázquez (q.e.p.d.)(ver foto ), no lo mandaba cortar, por el poder curativo de sus hojas.
El siempre pedía un te de ese aguacate oloroso, y mi abuelita, se lo llevaba diario, a la dirección, sobre todo en tiempo de frío.
Que es bueno, para taquicardias, anemias, algo tendrá, que el profesor siempre lo pedía.
El maestro, cuidaba mucho de su salud, cero refrescos, cero grasas.
Tomaba de un chocolate vitaminado, que tenía un señor, como atlas, al frente.
Y le daba a mi abuelita, frascos de esos para mí.
Muy rico y nutritivo.
Seguido traía pasteles, como los actuales naturistas, y bisquetes.
Y nos daba a mi abuelita y a mí.

Yo lo veía, subir las escaleras, del frente de la primaria “Expropiación Petrolera” imponente su estatura, muy derecho, con su sombrero gris de fieltro, ladeado ligeramente.
Sus ojos, con sus anteojos, de cristal claro, con arillo dorado. Sus zapatos, bien boleados, negros invariablemente.
Su ropa, de corte impecable.
Siempre de manga larga.
Y en tiempo de frío, con saco, ya sea de vestir, o de pana. Y su bufanda ancha que lo protegía en cuello y pecho.
Y en sus manos grandes, en ocasiones traía una bolsita de estraza, con quien sabe que golosinas, que al final de su jornada de trabajo, sobre su escritorio de lamina ponía y le decía a mi abuelita, y señalándome con la mirada, le decía, ahí les dejo eso.
Mi abuelita, le expresaba, muchas gracias, señor director.
Se ponía su sombrero, con una ligera inclinación de cabeza, y se iba, bajaba la escalera, tal como la subía, con prestancia.
Y yo, abuelita, ¡déjame ver! ¿Qué es eso?
¡Deja!
Que el director se suba al carro de sitio.
Hasta que atravesara toda la plaza, y hasta que lo viéramos subir al carro.
¡Eternidades!
¡Deja ver!
¡No! Aprende a tener paciencia, a no ser tan curiosa, y en eso, no faltaba quien le hablara al maestro en la plaza, se detuviera por breves momentos, eternos para mí.

martes, 5 de enero de 2010

Infractores



Cuando rompían vidrios de la escuela los huerquillos, si no estaban los maestros, o el director, porque eran fines de semana, o vacaciones, yo me daba la carrera sobre el chamaco infractor, y lo seguía hasta su casa, y rápido, queja a la presidencia municipal.
A poco iba a permitir, que cuando volvieran a clases, ya estuviera la escuela con vidrios rotos.
La consideraba mi casa.
Y los padres, pero Lucha, para que te quejas a la presidencia, dinos, y nosotros pagamos o mandamos poner el vidrio.
Bueno, entendido.
Cuentas claras y el chocolate espeso.
Algunos chamacos, como en cada salón se vendían golosinas o galletas para gastos de la escuela, se metían de repente, en las noches, o sábados y domingos, con la ambición de robarse algún dinero.
¡Pero chasco!
No había dinero en los salones.
En mi casa, se guardaba de cada maestro, cajitas y cajitas retacadas de moneditas, hasta le poníamos, 1 ro. A, 2 do. B, 3 ro. A etc. Así, sucesivamente, para identificar de quien eran las cajitas de dinero.
Éramos el banco de los maestros.
Al morir buelita, yo me di tiempo, y entregue a cada maestro lo suyo.
Desde dinero, libros, material importante, laminas, herramientas, que habían dejado en guardia.
Que no dijeran, se murió doña Luz, y quien sabe que paso con el dinero, o con las pertenencias de los maestros.
Una cosa es tener dolor, por una pena; y otra, es pasarse de listo.
A mi me supo criar bien mi abuelita Luz.
¡Y si! algunas personas, intuían donde se guardaba el dinero, mientras se hacia bonche grande, y se depositara al banco, de las ventas de la cooperativa.
En una ocasión, se metió un ladrón a nuestra casa.
Abuelita lo vió desde un salón, cuando se metió a nuestra casa.
Creyó que era su hijo Toño; y se dirigió rauda a la casa.
¡Hijo! ¿Quieres de cenar?;
Y silencio.
¡Hijo! Te vi entrar.
Silencio.
Que llega Toño, ¿Qué haces mamá?
Te vi llegar, ¿Cómo te diste la vuelta, y por donde?
Toño, hizo la seña de silencio.
Tomó un machete, y buscó en la casita.
Tres camas había, la de Toño, la de Ángel, y la de abuelita y mía.
Debajo de una cama, estaba el malhechor.
Toño, con frialdad le dijo a abuelita, a éste lo mato yo.
Y con el machete, le tocaba a la altura de sus costillas del fulano.
Vi su cara de temor.
Debajo de la cama, no podía moverse.
Mi tío, tenia de corazón una piedra.
Sus ojos, verdes, estaban entre coléricos, y con un gusto a poder hacer su voluntad, sobre un pobre cristiano indefenso.
Y abuelita, ¡no hijo!
No te manches las manos, con la sangre de un hermano.
Todos los seres humanos, ante Dios, somos hermanos.
Somos hijos del mismo Padre; no debes derramar su sangre.
Nunca te quitarías esa mancha.

Pero mamá, se atrevió a meterse a nuestra casa; estoy en mi derecho.
¿Y si te hubiera hecho algo?
Hijo, hubiera preferido eso, a que tú te convirtieras en un asesino.
Y nada de lo que existe en esta casa, vale lo que la vida de un ser humano.
No lo hagas hijo, por favor.
Bueno, que salga de ahí, ¡ese cobarde!
Y salio temblando, el ratero.
Después supe, que era el “Rafles”, o “el Manos de Seda”, como se le conocía en el pueblo.
Mi tío lo miraba de arriba abajo; casi no hablaba. Había decisión en su mirada.
Lo retaba a que hiciera algo, para descabechárselo.
El ratero, clavaba su mirada al suelo.
Mi tío dijo pediré que traigan autoridad.
Se encamino a la puerta de la casa, y el ratero aprovechó para empujarnos a mi abuelita y a mí, y brincar por una ventana que daba hacia el patio donde se localizaba un pozo.
Se corrió la voz, de lo que deseaba hacer mi tío con el intruso; y fue la primera vez y la última, que alguien entró a nuestra casa.

domingo, 3 de enero de 2010

Los invito al "recalentado"



Vivir aquí en México, es ser una persona alegre y dispuesta A SOBREVIVIR las fiestas que empiezan desde las posadas,el 12 de dic.el 24 y 25 de dic,el ultimo y el primer día del nuevo año y culmina con el 6 de reyes.
En todas las casas guisamos como para un batallón,los primeros días del año,son los del "recalentado".
te visitan, y ofreces un bocado.
vas de visita y pobre de ti si no te comes lo que te ofrecen.
hace días,una de mis cuñadas fue a dar a urgencias,la presión alta y la azúcar también.
luego decimos,porque en diciembre hay tantas defunciones.
pudiera ser los excesos,y no se diga de aquellos que beben líquidos espírituosos y espumosos.
reciban un abrazo y ya saben,los invito al recalentado,yo hice tamales,camarones en chipotle,al natural, jaiba a la francesa,salpicón,y después les cuento que más.
y no he muerto en este paso de un año a otro.
¡viva México!

viernes, 1 de enero de 2010

EMPECEMOS JUGANDO ESTE 2010

La Gata Coqueta,en su blog Mis caricias del Alma, me ha dejado este regalo,que tiene ésta condiciÓn.

Poner 10 cosas que no logro sacar de mi cabeza:

1.- bajar de peso.

2.- terminar un libro que estoy escribiendo.

3.- aprender más de compu.

4.- necesito más tiempo,no me alcanzan las 24 horas del día...

5.- quiero aprender mucho más de como tocar guitarra.

6.- tejer,están varios hilos y estambres en espera,una bufanda a medias,y el invierno se está pasando.

7.- tengo que visitar varias amigas para darles su abrazo de principio de año.

8.- ya no comerme las uñas de las manos por lo nerviosa que ando.

9.-dejar de tomar un poquito menos de café,sólo un poquito menos,prefiero tomar café a comer.

10.- practicar más con el teclado electrónico,lo poco que sabía,de seguro ya se me olvidó.¡Horror¡



y los blogs que no me saco de la cabeza...son muchos,no sé por cual decidirme.

Los visitaré uno a uno,los invitaré,y también invito a quienes siguen este blog,

para que participen,y despues de un tiempo,chequen si pudieron alcanzar alguno de esos

objetivos,o si de plano,mejor se lo quitaron de la cabeza.


EMPIECEN EL 2010 JUGANDO Y RECIBAN UN GRAN ABRAZO DE SU AMIGA MARUCHA.