Latidos de cariño y afecto que nutren al Alma.Gracias por su visita.

sábado, 6 de marzo de 2010

Remy y Yugui

Cuando estaba pequeña,en mi casa estaba prohibido llorar; si moría algún animalito de los muchos que teníamos, ni por pollos, comidos por tlacuaches, ni por una perrita, que llegó sola, y se encariño conmigo.
Ni por gatitos, que siempre, aparecían camadas completas, en cualquier rincón de la escuela.
Todavía, hasta hace muy poco, yo seguía con el no debes llorar por un animal.
Le decía a mi hijo, no llores, ¿se murió un perrito? No te apures, conseguiremos otro.
Los vacunaba, desparasitaba, y si se enfermaban o ponían tristones, los llevaba con el veterinario.
Bien cuidados, pero si morían, nada de llorar.
Ya me había hecho a la idea, se va a morir.
Ya hice todo lo posible, no hay remedio.
Y ni modo.
Pero este octubre, próximo pasado, contábamos en la casa, con 2 perritos de 3 años, uno grande hermoso, cruzado .
Blanco, con manchas cafés.
Y uno, más pequeño, también blanco, con manchas cafés, también cruzado,pero este coker.
Los 2 cariñosos, a más no poder.
Juguetones.
A las 6 de la mañana, los deje salir de mi casa.
Para las 7 un rechinido de carro, un chirriar de llanta, un trancazo seco, yo estaba en la casa, y ese golpe, y ese aullido de dolor, taladró mis oídos.
Presentí lo peor.
Salgo a la cochera, abro el zaguán y veo venir tendido a mi perrito, al más grande, a mi Remy, y tras de el al mas pequeñito, al Yugui.
Llegando al frente de la cochera, mi perro parando su pecho, se arqueaba de dolor, me miraba suplicando ayuda, yo abrí la reja lo mas posible, y con palabras cariñosas, le decía, ¡Entra Remy! ¡Entra a tu casa!
¡Ándale chiquito! ¡Entra ya!
Y mi Remy, hizo un esfuerzo, entro a la cochera, y ahí, se hecho de golpe y se quedo, inmóvil, estirando sus patitas, blancas, con botitas cafés.
No se, pero mi perro, tenia una expresión de sumo dolor.
Sus ojos, no dejaban de mirarme, como pidiéndome ayuda.
Sus ojos de café claros, tan tranquilos siempre, tan seguros de mi cariño, me suplicaban ayuda, y yo no podía dársela.
Baja mi hijo, ¡mamá! ¿Qué pasa?
¿Qué le pasa a Remy?
Se estiraba Remy, se encogía, y yo rápidamente, a mi hijo le explique, lo que había pasado.
Y le dije, hijo, ¡recemos! ¡Recemos! Pidámosle a Dios, que lo hizo, a Dios, que si es posible, al rato que abra el veterinario de aquí cerca, nuestro perro se salve; pero si no hay remedio, que nuestro Remy, no sufra tanto, de un modo tan inútil.
Y empezamos a rezar, de modo audible, y mi perro nos veía, y yo le decía,
¡Chiquito! ¡Mi Remy!
¡Como quisiera poder ayudarte!
¡Te queremos mucho!
Le pido a Dios por ti, que te ayude.
Y mi perro, nos veía, y aunque nadie me lo crea, y no me importa ser tachada de lucas, mi perro se relajo, y juraría que agradecía oírnos rezar, y así murió.
Su hociquito, quedo estirado hacia atrás, enseñando sus colmillos, y toda su dentadura.
¿Entendería mi perro mi preocupación por el?
¿Se sentiría acompañado?
Porque yo le decía a mi hijo, no te vayas, que Remy no se muera como un perro, ¡solo!
Será perro, pero tiene quien lo quiera.
¡Y no se va a morir solo!
Y murió, cobijado con nuestro cariño, no duro ni 10 minutos su agonía.
Y mi esposo, ¿pues que paso aquí?
¡Y para que lo dejaste salir?
Y llore 3 días, cada que platicaba de Remy, y cada que me acordaba de mi perro, llore y llore.
Llore por perros, gatos, pichones, pájaros, por todo ser viviente, que alguna vez quise y no pude demostrar mi dolor ante su perdida.
Y mi esposo decía, ¿no lloraras de remordimiento?
¿Por qué de remordimiento?
Ni que lo hubiera matado yo.
¡Porque lo dejaste salir!
Pero si no fue la primera vez, cada semana, muy de mañana, le dejaba salir, junto a su hermano.
Llore, porque me cayó muy de repente su muerte.
Lo vi salir corriendo, vigoroso, sus músculos tensos, brincando de gusto, y al rato, agonizando.
Por primera vez, no sentí tener control sobre lo que pasaría después.
Llore, porque quería a mi perro.
Llore, porque no pude quitarle ese dolor, porque me daban ganas de tener enfrente al desgraciado, que le aventó el carro, y decirle algunas frescas.
Que comprendiera, que tal vez, sino hubiera sido mi perro, tal vez, un ser humano hubiera sido el atropellado, hubiera sido la victima inocente de su forma inconciente de manejar.
Que comprendiera, que un carro, así como es útil, también es un arma letal, la mas letal de todas.
Y que por eso, uno debe de ser muy cuidadoso al manejar.