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jueves, 25 de marzo de 2010

Buelita y yo





BUELITA Y YO

Y seguiré contando, como pasaba los meses de vacaciones, en la escuela "Expropiación Petrolera" ,de Pueblo Viejo,Veracruz.
De pequeñita, abuelita me contaba historias; y jugábamos a:
Abuelita, me sentaba en su regazo, de frente a ella, a horcajadas.
Me tomaba de los dos bracitos, y entonaba el…
Aserrín, aserran,
Los maderos de San Juan,
Piden pan,
No les dan,
Les dan un hueso,
Se les atora en el pescuezo,
Y se ponen a llorar…….
Al tiempo, que me balanceaba hacia atrás y hacia delante.
Al final, se iba más de prisa, y terminaba, haciéndome cosquillas en el cuello, cuidando que no me fuera a caer.
Mas grandecita, parada frente a ella, tomaba una mano mía, y hacia con la otra mano de ella, como si una hormiguita o arañita, fuera caminando sobre mi brazo.
Decía: ahí va la arañita, caminando a su cuevita, se encuentra una amiguita, se para a comprar mandadito, y abuelita con sus dedos simulaba los pasitos cortos de un animalito.
Yo ya me sabía el final, pero me gustaba jugar una y otra vez con mi abuelita.


Y con un rápido movimiento, de su mano, que emulaba a un animalito, empezaba a hacerme cosquillas, en esa mano que había servido de caminito.
Y que se mete a su cuevita, y la cuevita o casita, pues era la axila y era un reír, un pasársela bien, un estoy bien.
Somos abuelita y yo, pero estoy bien.
Abuelita me quiere, aunque no me lo diga.
Tuve que trabajar mucho, buscar la llave a sus sentimientos, la llave a su corazón, para que abuelita me dijera que me quería.
Años y años.
Y lo logré.
Después de años y años.
De niña le decía:
Abuelita ¿me quieres?
Claro, estoy al pendiente de ti.
Y abuelita, ¿Por qué tu no me compras juguetes, como mis papás?
Porque yo te visto, te calzo, te doy todo lo que necesitas, allá ellos, que te compren juguetes.
Abuelita, ¿Por qué nunca me dices que me quieres?
Porque te lo demuestro.
Es que yo quiero oírlo
Dime que me quieres, ¡anda dímelo!
No le veo caso, lo que se ve, no se pregunta.
Pues, yo te quiero mucho.
Te quiero tanto, pero tanto, que cuando tú mueras, yo me suicidaré.
Sin ti, no quiero vivir.
¡Niña! No digas eso, ni de broma.
No es broma abuelita.
No me imagino vivir sin ti.
Eso dices ahorita, deja que te enamores, y tu abuelita chuchurreta hasta te va a estorbar.
¡Ya lo veras! ¡Si lo sabré yo!
No abuelita, yo nunca me voy a casar.
Yo cuidare de ti, y de mi tío Ángel.
Tú te jubilarás, y rentaremos un cuarto, donde felices los 3 viviremos.
¡Niña! ¡Niña!
¡Sueñas con los ojos abiertos!
Y empezamos un dialogo eterno.
De esos diálogos, que se eternizan, porque no se les encuentra solución posible.
Oye hija…. Dime abuelita.
Tú crees que al rentar casa, nos acepten con tu tío, ¿así como es?


¡ sabes que tiene esquizofrenia !
Cuando se pone bravo y grosero, y grita tantas maldiciones
Sabes, hijita, creo que en ninguna casa cabremos, nos correrán pronto.
Abuelita, no te preocupes. Rentaremos casa a las orillas del pueblo, donde nada se escuche, donde no tengamos vecinos cerquita, donde corra el aire libremente. No te preocupes todo saldrá bien.
Tienes razón, hijita, en este pueblo, hay mucha tierra, y muchos solares existen retirados, ahí rentaremos.
Y abuelita, se quedaba contenta por unos días.
Oye, hijita…. Dime abuelita.
Cuando yo me jubile, y rentemos una casa en las orillas, no te da temor, que una noche, alguien intente hacernos daño; sabes que tu tío Ángel, le da por vagar, y cuando lo quiere hacer, ni para que oponerse, seria capaz de darnos un mal golpe.
Y tú y yo, solitas en ese solar, apartado de toda gente, ¿si alguien nos quiere hacer daño?
Abuelita, no te preocupes. Rentaremos casa en el centro, donde hay muchos vecinos, donde todos nos veamos como familia.
Y abuelita se quedaba contenta por unos días.
Hasta que regresaba con su interrogarse, en el sentido contrario.