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martes, 8 de septiembre de 2009

Pérsonal de la Esc. Prim. "Expropiación Petrolera" de Pueblo Viejo Veracruz ( 2 )


6.-Víctor García Narváez.
Ponía a ensayar una y otra vez a los muchachos de la banda de guerra.
Contaba la escuela, con trompetas, cornetines, tambores.


7.-Maria de Jesús Juárez Villegas.
Jovencita, güerita, y nosotros, de igualados, cuando nos dio clases en 3 er. Grado, la conocíamos como la maestra Mayuy.

8.-Rosa Coronado.

9.-Catalina Barrios.

10.-Julia Inés Gonzalo Borrego.

11.-Isabel Carrizales Tovar.
Vivió en el anexo, del segundo piso de la primaria.
Cuando mi papá, me trajo a vivir al pueblo, yo tendría entre 2 o 3 años de edad.
Al marcharse, me coloco tras un pilar de la escuela, y le dijo a mi abuelita, no quiero que me vea como me voy.
Pensé, papá está jugando a las escondidas, al rato me gritará, ¿Dónde está papá? Y yo saldré a buscarlo. Y cuando lo encuentre, me abrazará y besara como siempre.
Pero pasó el tiempo, obscureció y mi papá no regresó, sino tiempo después, con su esposa y otra criatura, mi hermanita Lety.
Cuando empezó la primera noche, de todas las noches que pasé con mi abuelita Luz, yo lloraba desconsolada.
( En esta foto se ve a buelita, tal y de la edad que tenía ella cuando yo llegué a sus brazos, en su rostro se denota toda una vida de sufrimiento, de resignación, pero a la vez, determinación por cumplir con lo que Dios le mandara.
Y que Dios me manda con ella, y que me levanta con sus brazos sumamente cansados,y que me apoya, me da cobijo,me da educación,me da consejos, me da el amor de una madre.)
Y la maestra Isabel Carrizales Tovar, se asomó al balcón del anexo para saber el porqué del llanto de una niña pequeña. Mi abuelita Luz habló con ella.
Al ratito regresó, con una enorme muñeca, de las de colección, lindamente arreglada, con zapatitos, el pelito largo, y con un cepillito por si yo quería peinar a esa muñeca.
Recuerdo que me dijo, como si hubiera sido hoy: esta muñeca la tengo desde niña. Siempre la he tenido, pero hoy, te la regalo.
La muñeca era más alta que yo.
Al pararla, abría sus ojitos azules. Y la maestra, me enseñó, que si la cargaba, como si la arrullara, cerraba sus ojos como para dormir.
Fue mi primer muñeca.
Y me distrajo de mi dolor.