Latidos de cariño y afecto que nutren al Alma.Gracias por su visita.

martes, 16 de febrero de 2010

Platicaba con todo lo que me rodeaba



Las vacaciones se me hacían largas y tristes.
Así fueran navideñas o de fin de cursos.
Maestros, alumnos, todos se iban a sus casas.
Incluyendo los maestros, que vivían en el anexo a la escuela.
Los salones, cerrados con candados, solo se abrían cuando se acercaba el inicio a clases, para limpiarlos, y tenerlos listos.
Deambulaba como duende por toda la escuela, con mis juguetes en rastras, en unos carritos, que hacia de cajas de zapatos, a los cuales les hacia un hoyito, de donde partía un mecatito, y así, mis juguetes y yo recorríamos, toda la escuela.
Hasta, que aquella cajita, quedaba destrozada de tanto deambular, y otra caja de galletas, de lo que fuera, ocupaba su lugar.
Platicaba con todo lo que me rodeaba con juguetes, con árboles, con muros, con las nubes, con los rayos del sol, con los animalitos.
Y nada de llorar.
Estaba prohibido.
Desde la vez, en que una noche, observando a los alumnos de secundaria nocturna, jugar al básquetbol, yo sentada en la orillita de la banquetita, que quedaba frente a nuestra casa, un pelotazo dio en mi rostro, y lloré.
A gritos lloré.
Y nuestro tío Ángel, el loquito, salió con el machete en mano, dispuesto a matar al que se había atrevido a hacerme llorar.
Me sorprendió la respuesta de mi tío Ángel.
Desproporcionada, a lo que me había pasado.
Completamente fuera de toda realidad.
Fue todo un logro calmarlo.
Y abuelita, me regañó.
¿Quieres que tu tío mate a alguien por tu culpa?
Métete, y no salgas de casa, si no sabes soportar los golpes, sean del tipo que sean, si vas a llorar por todo, mejor no salgas de casa.
No nos metas en problemas.
Bastantes tengo yo con tu tío Ángel.





Me tragaba mis lagrimas, las reprimía, y después de muchos años,he aprendido de nuevo a llorar,de felicidad( como cuando nació nuestro hijo),de tristeza,de gozo,de nostalgia, razoné...


si Dios nos dío las lagrimas fue por algo.





Les diré un poema de un sacerdote( no recuerdo su nombre) que ya murió de cancer,y sus ultimos días redactó lo siguiente:


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ASI COMO TODOS LOS RIOS LLEGAN AL MAR,




ASI NUESTRAS LAGRIMAS LLEGAN AL CORAZON DE DIOS.




Reciban un gran abrazo amigos, y recuerden,no es malo llorar,seas hombre,seas mujer,niño o anciano, llorar no es debilidad, es DESAHOGARSE.


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domingo, 7 de febrero de 2010

Vivir en la escuela



Claro que disfruté vivir en la escuela "Expropiación Petrolera" de Pueblo Viejo, Veracruz.
Con todo y su carga de trabajo.
Los maestros, eran libres de mandarme a hacer pagos aquí y allá; y lleva esto, y necesito esto. Pero, me gustaba el ambiente de la escuela.
Sus murmullos, incluidos los de los alumnos, los de los pichones, y todo, todo lo que hacia a ésa escuela tan especial.
Cuando cada ocasión de festejos, cómo de dia de madres, del maestro, del soldado, que porque se acerca navidad. Siempre, se viste de un modo, y de otro a los salones, a las paredes, a la escuela, que se vea de fiesta.
Y los maestros, andan presurosos, y los niños, jubilosos.
Y los ensayos de tal o cual bailable, o de la cuerda, o de los concursos de deportes ¡no me aburrían!
Acercándose navidad, los maestros encargaban a cada niño una esferita, de las de antes, de vidrio delgado y color liso.
Las comprábamos en las tienditas del pueblo, envueltas en sus cucuruchos de papel periódico.
Y los árboles de navidad, algunos eran troncos secos de arbolitos, engalanados con mucho algodón, simulando nieve, o se hacían hechizos de conos grandes de cartón, forrados, de sopa de moñitos, pintados estos de aluminio.
O en las paredes, se dibujaba un pino, y luego, cada niño, aportaba tarjetas viejitas de navidad, y todo muy alegre, se vestía a ese pinito de la pared.
O de estropajos de fierro, se desdoblaban, y se hacían campanas, con una esfera como badajo. Cada año era diferente el preparativo navideño.
Y mi papá, y mi mamá, me mandaban regalos.
Primero, el cartero, me traía una tarjeta, con el aviso de un paquete en el correo.
Ir con abuelita, por el camino, que corría desde lo que era la caseta publica de teléfonos, que era atendida por una señorita; entre esa caseta, y la iglesia, de la Purísima Concepción.
En ese caminito de tierra, había infinidad de flores, pájaros, casas alegres llenas de luz, mariposas, el solo recorrerlo, era una aventura.
Como a 6 cuadras, de la plaza, daba uno vuelta a la izquierda, a topar la calle que venia del monumento a Cuauhtemoc, en esa esquina, cruzando la calle, el edificio de un solo piso, de material, era la oficina de correos.
Se usaban en ese entonces, unas brochas y pegamento, que creo que era de la corteza de lo que escurre en los árboles de nogal, así, de ese color vidrioso, era el color del pegamento áquel, que estaba en unos botes en correos; eran para cerrar los sobres y pegar estampillas.
Recuerdo, que nosotras siempre, mandábamos cartas y cartas.
Y papá, la letra de sus cartas.
Remarcaba una y otra vez, sus letras.
¿Con inseguridad?
Mi papá, habla a tramos cortos, y se regresa de continuo en lo que dice, y repite otra vez, buscando en su mente lo más adecuado a decir, precavido, como abuelita.
No papá, no le perdió nada a abuelita.
A lo mejor, refinó en algunos defectos.
Pero nadie es perfecto.
Y yo lo quiero así, tal como es.
Y me daban unas cajotas de ensueño.
Enormes, como las de las televisiones actuales de 29 pulgadas.
Y en el camino a casa, pesaban las cajas.
A poco a poco. Llegamos a casa.
No importaba; que vieran que mi papá, se acordaba de mí.
Que habían ido al otro lado (E.U.), y escogido papá y mamá, regalos navideños para todos.
Y yo estaba siempre en esa lista.
Yo contaba en esa lista como hija.
Y tal vez, solo en esa lista.
Al llegar a casa, abrir semejantes cajotas, contenían muñecas que hablaban, que caminaban, que tomaban mamila y tenían un hoyito para hacer pipi. Juegos de te, estufitas, cajitas musicales, muñecos inflables. Ropita para muñecas, perfumes, talcos y tantas cosas, para mis muñecas.
Se que escogían lo mejor para mi; escogían lo mejor, con el pensamiento, ella está muy sola, sola con su abuelita.
Pasara navidades y años nuevos, y cumpleaños sola.
Pero ahí le van regalos, y regalos.
Y ponía mis juguetes, en filita, en la cerca, donde pasaban los pobladores del pueblo, con sus hijos de la mano.
Y chuleaban las muñecas. Y me decían, para halagarme, la muñeca se parece a ti.
Y si eran grandes las muñecas, creíamos que tú eras la muñeca.
Pueblo Viejo, es prodigo en piropos cariñosos a los niños.
Y las niñas comentaban a sus padres ¡yo quiero unos juguetes como los de esa niña!
Y yo pensaba, ¡yo quiero unos padres como los tuyos!


Unos padres, que estén cerca,que cada mañana despiertes,y los veas.


Me acostumbré a mirar con el Corazón y el Alma.

lunes, 1 de febrero de 2010

Cosecha de aguacates



Bueno, seguimos con el regreso de vacaciones grandes, y la cosecha de aguacates.
Había un árbol de aguacate de mantequilla, daba pocos frutos, pero muy grandes.
Estaba el del fondo, que daba cientos de aguacates de cáscara gruesa, otros árboles de aguacate, que se les ponía la cáscara morada, y para que le sigo, un edén.
Se llenaban varios baños de aguacates.
Mi abuelita, se encargaba de contar, dividir en porciones, y luego clasificar por tamaños los aguacates, y en bolsas de estraza, que tenían unos hilos, que las hacían mas macizas, y que servían de agarraderas, los iba colocando.
Las bolsas con aguacates más grandes, para el señor director, y otras bolsas para cada maestro. Del turno matutino y vespertino.
Ese primer dia, el de regreso a clases, no había tales clases, era mas bien de matricular.
Andaba poco alumno, por los patios de la esuela.
También se cortaban tamarindos, y como daban muy poquitos, sólo a unos cuantos maestros les tocaban.
Mi abuelita, se encargaba de cuidar todos los árboles frutales en vacaciones; solo consumíamos, los que se caían solos, en picos de gallo, como guacamole, en salsas, etc.
Abuelita decía, no son míos los frutos, son de la escuela y para la escuela.
Y sobraban aguacates de los que caían, los colocaba en filita, en las bardas, donde quien pasara, los pudiera tomar.
También había cosecha de papayas, guayabas, limones, cocos, plátanos, mandarinas, anonas que es un fruto muy raro, primero se queda pelón el árbol, sin hojas, y quedan esos frutos, como piedras duras, que los chamacos, en un descuido, ocupaban para jugar a batearlos.
Ya madura la anona, tiene un sabor como a zapote, pero más dulce, su pulpa es clara y la semilla esta más alargadita.
¡Un manjar!
De esos frutos, no recuerdo su fecha de cosecha, la de los aguacates si.
Empezaban las clases, ¡cosecha de aguacates!
Y me gustaba ver la sorpresa y gusto de los maestros, cuando se iban a sus casas, con sus bolsas llenas de aguacates.
Murió abuelita, y luego, luego, en el primer regreso de vacaciones, ni un aguacate encontraron.
¿Y los aguacates?
Estaban los árboles, pero pelones.
Que los chamacos se metían a robar.
Y los maestros, ¡al que se los comió, chorro verde le debió de dar!
Eran demasiados aguacates, ¿Qué se hicieron?
Me gustaría saber, si alguna otra vez, esos maestros, saborearon un aguacate de la escuela Expropiación Petrolera,de Pueblo Viejo,Veracruz.
No hubo un solo maestro, que reclamara alguna vez, por la clasificación o repartición que hacia mi abuelita Luz de la cosecha de aguacates.
Sabían de sobra, su forma justa de obrar. A todos por igual, excluyendo por supuesto al señor director que le tocaba de lo mejor y en mayor cantidad.
La foto muestra a maestros de la escuela Expropiación Petrolera ( años 50-60).