Latidos de cariño y afecto que nutren al Alma.Gracias por su visita.

lunes, 3 de agosto de 2009

Teresa Argüelles Rivera


Teresa cuando llegó con la abuelita, y su tío Fortunato Sánchez Flores, tenía mi edad.
Entró en el salón donde yo estaba.
Pero no había mesabanco para ella.
No alcanzó.
La sobrina de dos maestros de esa escuela, no tenia donde sentarse en el salón.
Había llegado tarde a las inscripciones, y tuvo que esperar algo así, como 2 semanas, hasta que se habilitó, unos de los mesabancos que necesitaban reparación.
Y, con lo orgullosa que era.
Como vivía en la misma escuela, esos primeros días, al formarnos fuera del salón para entrar ordenaditos; ella aparecía, con su sillita de otate y mimbre, cargada sobre su espalda. Y la colocaba, junto al escritorio del maestro.
Ser nueva en una escuela, en un grupo, y tener que llegar todos los días con tu sillita en la espalda, a cualquiera humilla.
A Teresa no.
Llegaba con sus mejillas chapeadas de la vergüenza.
Con su mirada nos retaba a ver quien se burlaba de ella.
Y nosotros volteábamos la mirada, como que no veíamos.
Sus padres tenían unas vaquitas, y le mandaban cajitas con quesos, carne asada, y chorizo, con los que Teresa, sacaba dinero para sus gastos.
Me dijo, llámame Ely.
Todos en mi pueblo me decían así.

Nos hicimos grandes amigas, Ely y yo.
Platicábamos mucho de nuestros planes futuros, ella soñaba con tener un carro.
Me describía como se sentía al volante.
Y ya de grande, como maestra, se le concedió.
A pesar de que ella vive en México,en la capital del país,seguimos siendo grandes amigas.