Latidos de cariño y afecto que nutren al Alma.Gracias por su visita.

sábado, 22 de agosto de 2009

Excursión organizada por Ely a Playa Hermosa,pasando por el Ojital






Un fin de semana, organizó mi amiga Ely, una excursión a playa Hermosa, la que se encuentra por el rumbo al Ojital, pasando mas allá de los terrenos de los Acevedo.
Nos arrancamos a pie, ida y vuelta.
Para llegar a la playa, cruzamos en un chalán.
Este era maniobrado, a pulso, por sus dueños, por medio de mecates gruesos.
No existía motor en ese chalán.
Pasamos un rato muy agradable, la arena muy limpia, y de regreso, pasamos con unas amistades de Ely, que vivían en El Ojital, ahí nos dieron de comer, con tortillas hechas a mano y unas aguas frescas de frutas, y nos permitieron cortar mandarinas y naranjas, las que quisiéramos; nos avorazamos todas, y veníamos, bien cargaditas, de tanta fruta.
De pilón, en el camino de regreso, existía tal cantidad de nopales, y de guapilla, sus frutos, amarillos de lo maduros, listos para ponerlos a remojar, para hacer el agua, que seguíamos, échele y échele a las bolsas.
Y los coyoles, en racimitos, esos como coquitos, que solo con el martillo, podías abrir, y comer su centro, con bastante chilito piquin y limoncito.
Y si venían los coyoles en pares, cuates, no comerlos, porque tendríamos cuates, al momento de tener hijos.
Además, traíamos, los icacos, esos frutos rositas, carnosos, que solo se conseguían cerca de la playa; así como las uvas de la playa, veníamos cargaditas, tan cargaditas, que en el camino, ya nos veníamos rajando, y en una lomita, de esa carretera, dejamos irse la mayoría de nuestros cargamento, nos quedamos viendo con tristeza, rodar tantas cosas que habíamos acumulado, en esa excursión tan fabulosa.
Ese conseguir todo a cambio de nada, ese cortar y cortar, guardar y guardar.
Cuando llegamos al pueblo, a puro calcetín, ya no deseábamos nada de cosas; solo agua, y más agua, para tomar, de tan asoleadas que veníamos.
Fue muy poquito, lo que al final llegó a nuestras casas.
Cuando le platiqué a mi abuelita Luz, lo que nos pasó, por querer acaparar tantos frutos, en ese trayecto entre Pueblo Viejo, El Ojital y la playa, que solo me recetó el dicho…
El que mucho abarca, poco aprieta.
Pero Ely, tenia la solución, ya vera doña Luz, cuando yo tenga mi carro, todo lo que podremos acarrear.
La vida me ha enseñado, que podemos conseguir muchas cosas, si nos damos tiempo, y si ponemos empeño en ello; pero todo con medida, por ejemplo, si tienes muchos libros, y no puedes leerlos por tus ocupaciones, o tienes cds. de música o películas, y no alcanzas a escucharlos o disfrutar, con calma, de sus contenido.
No se me olvida, esa excursión a la playa de Pueblo Viejo, y la frustración, que sentí, cuando me vi obligada, a tirar, todo lo que ya consideraba mío.
Y a pesar de que Ely, vive en México, y yo en ciudad Madero, Tamps. continuamos siendo amigas.

2 comentarios:

  1. Hola Marucha!
    Por acá leyéndote...
    me encantó eso de que si comías coyoles en pares tenías cuates, jijiji...
    Nos leemos pronto!

    ResponderEliminar
  2. Bonito relato, Marucha, y con reflexión final Tenemos que disfrutar de las cosas que tenemos y no simplemente coleccionarlas sin ningun uso.El coleccionismo individual no tiene ningún sentido. Un saludo.

    ResponderEliminar

Gracias por visitar el blog