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domingo, 26 de julio de 2009

Pocholo ( a )



POCHOLO

Me viene a la memoria, para explicar la psicología de los chiquitines, cuando uno de los más pequeños, Pocholo, consiguió trabajar en un rodante que cada semana, proveniente de Tampico, hacia mercadeo en el pueblo.
Le quedaba el rodante a doña Lala como a dos cuadras.
Pocholo tendría como 8 o 9 años de edad, y brincaba como chapulín de gusto, por haber sido elegido, por unos comerciantes del rodante, para acomodar mercancía, barrer el pedacito que les tocaba, etc.
Se preocupaba por los días de la semana, quería que llegaran los días rápido.
Que llegara el día del rodante.
¡Su primer día!
Madrugó, más que ninguno.
Y eso, que el pescador, para las 4 y media o 5 de la mañana, parte para la laguna.
Se levantó el rodante hasta las 4 o 5 de la tarde.
Venir de tan lejos, para un ratito, pues no.
Había que aprovechar.
Al momento de pagarle a Pocholo con dinero, no aceptó.
Bueno, se desesperaba la señora que lo había estado ocupando; has trabajado mucho, hacia rato, que no tenia a alguien tan activo, ni siquiera quisiste ir a tu casa a comer, y eso que te queda bien cerca.
Yo quiero que cada semana me ayudes.
¿Porque no aceptas el dinero?
Y Pocholo, callado.
¿Cuanto quieres?
¿Se te hace poco lo que te doy?
Pocholo movió la cabeza.
No era cuestión de dinero.
A la señora, la paciencia se le acababa.
Creo que hablaré con tu mamá.
No quiero que diga que soy abusiva.
Cuando hablé con ella, me dijo…hay usted sabrá cuanto le da a mi hijo.
Aún es muy chico, y en ningún lado lo aceptan para chambear.
Así que, lo que usted le dé, es ganancia.
Y tú que no me contestas.
Pero yo me tengo que ir, ya es muy tarde, también quiero descansar.
Dime, Pocholo, por el amor de Dios, ¿que quieres?

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