Nunca me he arrepentido de escoger a la maestra Isabel Moreno Ríos, como mi madrina, me enseñó, tantas cosas, que necesitaría paginas y paginas para explicarlo; también me enseñó manualidades, como hacer pollitos de peluche, pavoreales, cisnes, colchas abullonadas, como de triángulos, que luego, forman cuadrados, y sabia mucho de hierbas medicinales, de preparaciones de ungüentos y tes.
Me llevaba a pasear a Tampico, a comer nieve, cuando inauguraron un busto a don Benito Juárez, incluida una pared, con rocas y plantas, con fuentecita de agua, y luces de colores, en la plaza de la Libertad, pues fue mi madrina, la que cargó conmigo, para que yo no me perdiera esa ceremonia.
También me llevaba, a Mata Redonda, a visitar a unas amistades, que ella apreciaba mucho, en aquella comunidad, cercana al pueblo.
Y cerca de allí ,al Chachalaco, donde había y hay infinidad de restaurantes de mariscos, quien me hubiera dicho a mi, que muchos años después, yo iría seguido a pasear a esos lugares, con mi familia, pero ahora, cruzando el rio, desde la costa tamaulipeca, para llegar a la veracruzana.
Si así nos la pasamos, de un lado a otro, de un estado a otro.
En este pueblo, donde vivíamos, me llevaba a visitar, otras amistades de ella, como a una joven, con parálisis cerebral, que vivía, por la calle donde se encontraba el centro de salud, a unas dos calles de ahí.
Cuando se jubiló, me regalo muchos libros, y enciclopedias, había una en especial que no olvidaré.
Abarcaba temas diversos, literatura, botánica, historia; cuando me la regaló, un tío que yo tenia muy especial, un día que vino de visita, a cada folleto, o fascículo coleccionable de esa enciclopedia, le arrancó, la parte media, porque traía información muy valiosa.
Me dio coraje y tristeza, pero a veces, uno no puede hacer nada, solo mirar, con pesar, como te destruyen lo que alguien muy querido, te acaba de regalar.
Y la parte de la enciclopedia, que no se llevó, la hecho al fuego, a una hoguera.
Que ya no servia para nada, que era mejor quemarla.
Y me retire de esa hoguera, para no llorar de tristeza.
Y pasaron los años, y yo le comentaba a mi esposo, yo tuve una enciclopedia, muy bonita, fué un regalo, y traía esto y esto.
Y de esa enciclopedia, estos folletos o fascículos, eran los de más agrado mío.
Una, que hablaba de los reductores de cabezas, otro de la caída de Pompeya, y así, por el estilo.
Y un día, que andábamos por un rodante, nos acercamos a un vendedor de baratijas, y encontré unos fascículos de enciclopedia, de la misma enciclopedia, que yo una vez, vi como rompieron y echaron a quemar.
Y los compré, como un recuerdo, de un regalo, muy hermoso, que alguna vez, yo recibí.
Y en casa, esos fascículos, al mirarlos con detenimiento, descubrí que tenían arrancadas sus hojas centrales, y con las puntas chamuscadas.
Y hasta algunos, tenían unas marcas, de pluma que yo les puse de niña.
Eran mis fascículos preferidos, y en mi mano, estaban de nuevo.
Mi esposo me dice, no es cierto, a poco son los mismos, después de tantos años, 35 años para ser más exactos y en otra ciudad algo distante, de donde pasó el hecho y yo creo, que si son los mismos.
Si tú deseas algo, intensamente, tarde que temprano, en tus manos lo tendrás.
Por eso es bueno, pensar muy claramente, lo que deseas, no vayas a desear algo, que después te vayas a arrepentir, cuando lo consigas.
Alucinando con el pasado
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Se robaron los sueños
Y dormidos en el camino
Pregonaron ilusiones
Que adormecian las tentaciones
Tentaciones de leer tus labios
Tentacio...
Hace 13 horas
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