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jueves, 20 de agosto de 2009

Espíritu de una escuela

ESPIRITU DE UNA ESCUELA

Ya describí la parte inferior de la escuela.
Solo añadiré, que bajo las escaleras, en esa covacha, se acondiciono una bodeguita, pequeñita, que contenía papeles, de escasa importancia, y revistas de la SEP, la ropa de utilería, poquita que existía, así como el Penacho de Cuauhtemoc, y la cabeza de venado, para las danzas tradicionales, y las bocinas, unas grandes, como embudos de metal, para la ambientación musical de asambleas y festividades escolares.
El barandal de la escalera, contaba de unos tubos redondos de fierro.
Los chamacos, gustaban agarrarlos de resbaladilla.
De tan viejos esos tubos, las puntas, estaban rotas, y tenían filos, cortantes.
Así, que infinidad de pantalones, llevaban la marca del barandal de la escuela.
Como la escalera, queda de frente a la dirección, tenían cuidado, de que el director, no los viera en sus juegos.
En ocasiones, no tan solo los regañaba, sino que los dejaba un rato sentados en unas bancas, que se ponían por fuera de las direcciones.
Y mandaba un recado, a la maestra responsable de aquel alumno.
El director no era posible, que estuviera siempre en la dirección, hacia recorridos de supervisión por toda la escuela, pasaba despacio por los corredores, escuchando las clases de los maestros.
Eran sonidos agradables, como los de primero cuando cantaban:

Un elefante, se columpiaba,
Sobre la tela de una araña,
Como veían que resistía,
Fueron a llamar
A otro elefante

-o-

Dos elefantes, etc.

Y al llegar a diez, se retrocede en la canción diciendo:

Diez elefantes, se columpiaban,
Sobre la tela de una araña,
Como veían que no resistía,
Quitaron a un elefante.

-o-
Nueve elefantes…

En otros grados, el repaso de las tablas de multiplicar, mas allá, el alfabeto de corrido; las capitales de cada estado, por orden alfabético.
El silencio de aquellos grupos, que están escribiendo, o dibujando.
La voz fuerte de los maestros, que explican alguna lección.
Cada escuela, tiene un espíritu diferente.
Se nota, desde que te acercas al zaguán.
Los ruidos presagian su interior.
Sus paredes pintadas o no.
Las ventanas, con sus vidrios completos.
Sus pisos, limpios o no.
Ya adentro, observas como se comportan sus maestros.
Depende del director que tengan.
Si sabe mandar, firme, y a la vez, con juicio.
Guiara a buen puerto a su escuela.
Si sabe darse a respetar, si el mismo respeta la investidura que porta; no es cualquier cosa ser director de una escuela.
Es mucha responsabilidad.
Si desde el primer día, demuestra flaqueza, ni padres de familia, ni alumnos, y menos sus compañeros profesores lo respetaran.
Si quisiera, después de un comienzo errático imponerse; tendría que comportarse duro en extremo, llegando casi al autoritarismo, poniendo una pared entre el y el demás cuerpo educativo, para un poco, recuperar su papel del que dirige aquel plantel educativo.
Humildemente, yo sugeriría, maestro, si a usted le conceden el honor de dirigir una escuela, mande, y mande sin temor alguno.
Desde el primer día, desde que cruce el zaguán de su escuela.
Recuerde, que hay un dicho que dice:
Donde manda capitán, no gobierna marinero.
Porque el que manda, no se equivoca.
Y si se equivoca, vuelve a mandar.
El director de la escuela “Expropiación Petrolera”, profesor Jesús Briones Vásquez, se gano el respeto y cariño de los maestros, padres de familia y alumnos.
Y los niños, pues siempre serán niños.
Observando, analizando, cuando pueden brincar las trancas y hacer de las suyas.