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domingo, 9 de agosto de 2009

Juegos infantiles propios de los varoncitos

Los varoncitos, por lo regular, tenían diferentes juegos a las niñas.

1.-Al béisbol, se jugaba con un palo de escoba como bate.
En el patio de tierra, donde estaba el pozo.
La base principal, era un enorme árbol de cedro, que estaba cerca del solar de las señoritas Alejandre y a un lado del salón de actos.
Seguía como limite, el pozo. Tenían que tocarlo, para estar salvados.
Luego, el limite o base, era un árbol enorme de aguacate, y si se les hacia muy lejos, buscaban una piedra grande, que les sirviera de señal, y así fueran mas cortas las distancias.
La otra señal, podía ser un limoncito pegado a la cerca de las señoritas Alejandre del Angel, o también, con una piedra, se marcaba un sitio mas corto.
Acababan ese juego, con los cuerpos sudados, empanizados con la tierra del solar.
2.- Fut-bol.

3.- Chan-gai
Cortaban los chiquirrines, de un palo de escoba, dos tramos, uno como de 16 cms. Y el otro de unos 40 cms.
Y empiezo, con este trabalenguas, si no le entienden, no se apuren, o son chavitos, o son féminas, como yo, que logré medio explicar este juego, porque me lo dictaron, y me lo representaron, en un juego improvisado, y aun así, de que yo de niña, lo veía jugar, recuerdo mas los catorrazos que se daban los huercos, que las reglas de este juego.
Lo que no olvido, a pesar del tiempo transcurrido, son las expresiones… ¡Sale como chale! cuando aventaban los palos, o cuando se oía el golpe, seco, macizo, del palo del Shangai en la cabeza de algún jugador, el…!chin…en el Shangai!
Bueno, empiezo:
1 er. Paso…Hacían una excavación, en la tierra, de forma acanalada, con un palito, de los mismos, que después ocuparían en el juego, y en esa como fosa, se atravesaba el palito mas corto.
Con el palo mas largo, se cuchareaba, o sea se lanzaba al aire, el morrito de palo de escoba.
Si lo capeaba, el jugador contrario, el que se denominaba como, el que “estaba sirviendo”, contaba como out.
Si no lo capeaba, todavía tenia la oportunidad, de acostar el palo largo en esa excavación, y con el palo corto, que se usaba como proyectil, para pegarle con el, desde el sitio, donde había caído, el palito, cuando se cuchareo.
Si le pega, cuenta como out.
A continuación, si no le pegaba, al palo grande, cuenta con ese mismo palo grande, las medidas necesarias, y sacara cuantas carreras, se necesitaban para llegar, a donde cayó, el palito corto.

2 do. Paso…se colocaba el morrito, de manera vertical, en la ranura.
Levantaban el palo corto, de la ranura en la tierra, y sosteniéndolo con la mano, le pegaban un batazo, con el palo largo; si el servidor lo atrapaba, era out.
Los novatos, en ocasiones, se daban duro en sus propios dedos.
Y los servidores, al atrapar el morrito, convertido en proyectil, sentían quemar sus dedos.
Si el servidor, no lograba capearlo, se lanzaba de nuevo, a caer lo más cerca posible, a la ranura en la tierra, y se median las carreras.

3 er. Paso…el palo morrito, se ponía en la ranura de la tierra, pero ahora, solo de manera inclinada, es decir, la punta metida en la ranura, y sobresaliendo una parte del morrito.
Se le pegaba en la punta, a levantarlo en el aire, y ahí, se le daba un batazo, con el palo mas largo.
Se medía, que tan lejos había caído, para sumar un total de carreras.
Y cada jugador, en cada tirada, va sumando sus carreras.
Y el servidor, puede tirar ese palo, a meterlo en la ranura, cosa harto difícil, más no imposible.
Más fácil, era ver salir la sangre de las frentecitas, de los alumnos de primaria, que todos los días, jugaban ese extraño juego, ante mis ojos y oídos.
Y entonces si, pies pa que son, corredero de chamacos, se acababa el juego del Shangai, las rueditas de mirones, jugadores, todos corrían a sus salones, o si era en horas de salida, creo que hasta que ya estaban en sus casas, dejaban de correr.
Mejor que dijeran, aquí huyeron, y no escuchar la voz de algún maestro decir ¡aquí, a ver vengan!, ¿quien fue? , o ¿como fue?, o el temido, ¡que venga tus padres!..
Y el alumno descalabrado, nunca daba santo y seña, de lo que había pasado, sino quería verse excluido de por vida, de los juegos de sus compañeros de grupo.

4.-A las canicas.
Primero eran unas, cafés, grisáceas; como si fueran piedritas puliditas.
Luego, salieron unas de vidrio, de un solo color.
Después, las de vidrio, de muchos colores, que llamábamos agüitas.
Y los cayucos, que eran unas canicas gigantes, esas en los juegos, valían lo doble o lo triple, de la canica normal, porque con los cayucos, era más fácil ganar.
Hasta, partían a veces las canicas más pequeñas.
En ocasiones, los que estaban jugando al meloncito, o al triangulito, no aceptaban en sus juegos de canicas, al que traía cayucos.

5.-Al trompo.
Existían todas las suertes actuales, mas la de “campanitas al trompo”, suerte que ha desaparecido, así como los trompos de madera, con punta de fierro.
Aquí se las detallo…
Un trompo, se enterraba, solo parte de su cuerpo, y cabeza; y la otra parte, bolondita, así como la punta de fierro, hacia arriba.
El dueño del trompo retador, amarraba su juguete, de la punta, y de la cabeza, en una como lazada, y lo aventaba fuertemente, hacia el trompo enterrado; si lograba ensartar la punta de su trompo, en el trompo enterrado, entonces ganaba ese trompo.
Si no lo lograba, el dueño del trompo enterrado, tenia la oportunidad, de realizar la misma suerte, con miras a quedarse el como dueño de otro trompo.
En ocasiones, solo quedaban los trompos rotos.
Por eso desapareció esa suerte del trompo, ya no es posible hacerla, con los trompos actuales, los de plástico.


6.-Al yo-yo.
Eran de madera, y empezaban a existir, o usarse, los de plástico.

7.- Las cebollitas.
Los muchachos se agarraban el primero de ellos, de un poste, o de un tronco, de los muchos árboles, que existían en la escuela.
Los que quedaban atrás, del que estaba agarrado del árbol, se sujetaban de la cintura, uno de otro, y jalaban todos, hacia atrás, para ver, de donde se rompía aquella cadena.
El muchachito que se soltara perdía. Lo sacaban, y de nuevo empezaba el juego.

8.- Al burro.
Se ponían igual que en las cebollitas, pero unos se quedaban formados, aparte, y agarrando vuelo, de uno en uno, se trepaban en la fila, de que estaban agarrados y agachados, a su espalda.
Ese juego se prohibió estrictamente en la escuela, por lo peligroso para la salud de los niños, como una lesión a sus vértebras.

9.-Al balero.
Algunos eran de madera, de todos tamaños y colores.
Por lo regular estaban labrados.
Otros se hacían, con botes de lamina, de los que ya alguien había tirado, se les hacia un orificio pequeño en su base, se les amarraba un mecatito largo, y con un palito de escoba, quedaba el balero hechizo, que de seguro, no fallabas en las encestadas.

10. - A las guerritas, o combates.
Los chamacos, traían dentro de sus bolsas, (porque lo de las mochilas, era para solo unos cuantos), con los cuadernos y libros, así como una cantimplorita, que de nada servia, solo para que el agua se tirara, y nos mojara los útiles, bueno, pues dentro de esas bolsas, los varones traían también sus juguetes como los palitos de escoba, acondicionados como pistolitas, en unas como tes, o escuadras.

Se correteaban, entre los árboles, haciendo ruido, como ¡tacataca tacataca!, o el ¡pum! o el ¡bang!
Se escuchaba el ¡ya te di!, no corras, porque tu ¡ya estas muerto!, y se revolcaban entre las matas, entre las piedras, por atrás de los platanales, se subían a los árboles, se arrastraban por la arena y tierra de panza, sigilosamente.
Vivian sus guerritas, con raspones, sudados y agitados de esconderse y correr, y el recreo, que dura tan poco; algunos, sus palitos de escoba, venían con un refuerzo, y a esas les llamaban ametrálletas.
Que sus tiros, eran casi infinitos.

El que traía un arma de plástico, de las que empezaban a salir, era la sensación, se convertía el jefe del equipo.
Y cuando aparecieron los boki-toki, con un alcance de unos 20 metros, hacerle ruedita, al feliz poseedor de esa maravilla.
El fungiría como comandante de un equipo, la guerrita, se ganaba de todo a todo, con un elemento así.

11.-Pelea de gallos.
Niños grandes, fornidos, ponían sobre sus hombros, a niños de pequeña complexión, delgaditos, y jugaban en parejas, a tumbarse al que traía el contrario amamache, a ver quien aguantaba más, con su compañero en hombros.
Un juego, peligrosísimo.

No siempre lo de antes, fue lo mejor.
Solo puedo decir, eran otros tiempos, ni buenos, ni mejores, solo eran otros tiempos.