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viernes, 16 de octubre de 2009

Los tiempos de antes con su venta de petróleo al menudeo



En el pueblo, vendía el petróleo, en su tienda, donde también se expendía carbón, agua embotellada, hielo, y otros productos, el señor Enrique Artolozaga Domínguez.
Una persona, que se dedicó a la venta del petróleo, fue la señora Guillermina Moreno; ella tenía su negocio, por el camino al cementerio.
Había unos tambores grandes, que contenían el petróleo; el piso de tierra de esa propiedad, estaba siempre oloroso a la materia prima de la venta.
Era por el camino a Tampico Alto, o sea a unas 3 cuadras del Café El Gallito ( en la foto,se puede apreciar el negocio), entre el Café, y donde vendían petróleo, existía una tiendita.
El solar, donde vendían el petróleo, constaba al frente de un zaguancito, luego recorrían un caminito de tierra, como de 10 metros, angosto el camino, como un callejoncito.
Íbamos con nuestros trastes, unos botes, o latas, a las que se les hacían hoyos, en sus bordes superiores, para pasar por ellos, unos alambres, que nos servirían de agarraderas.
No había tantos recipientes de vidrio o plástico, y los que había, costaban, no como ahora, que de tantos que hay, tapizas hasta toda una carretera, de aquí a la Luna.
Bueno, si no digo esta exageración, reviento.
Continuo, con el puestesito de venta de petróleo. En el patio, había un gran pozo, y su dueña, lo mantenía alejado de chiquillos curiosos, con macetas de pura planta espinuda, como nopalitos, y ni eso le valía.
Diario, alguna macetita, caía al pozo.
Pero ¡no entienden!
¡No se asomen al pozo!
Por eso pongo matas de espinas, y ni así me vale.
Hay señora, mire, yo estoy haciendo bien la fila; porque hacíamos fila, con nuestros botecitos para el petróleo, y picándonos los insectos.
¿Y como se cayó la maceta?
El que acaba de salir, ¿no lo vio? Ese paso como Pedro por su casa, y nos empujo, parecía que estaba muy ancho, y hasta la macetita, recibió su llegue.
¿Y quien era?
No lo vi bien, pero le prometo, a la otra, yo misma irle a avisar, cuando pase algo así.
Y es que la dueña del lugar tenía sus empleados.
Ella solo estaba al pendiente.
Los empleados, hacían su chamba, ahí por no dejar, nadamás para cumplir con la jornada.
Nos despachaban el litro de petróleo, ladeando bastante el traste donde lo median, y si reclamábamos…
¡Oiga!, eso no es el litro completo.
Al momento de vaciarte el siguiente litro, a tu botecito, como no queriendo, te tiraban parte del petróleo al suelo.
¡Ahí está! completito.
¿Quiere pilón, la niña?, ¿quiere pilón?
Si decías que si, porque te habían tirado parte de tu petróleo al suelo, te lo vaciaban de mala gana, ese otro poquito, de tal modo, que hasta las piernitas te llenaban de petróleo.
Si te quejabas, ¡es que estas muy cerca de donde se sirve, el petróleo!, hazte para allá, y solo hubieras estirado la mano, con el traste.
Ni que uno no supiera, si era del diario, ese ir por petróleo.
Y llegando a tu casa…
De seguro venias jugando, y has tirado la mayor parte del petróleo, que te mande comprar.
Y al que me diga, que tiempos pasados fueron mejores, yo preguntare, ¿cuales tiempos?


Los de juegos, de ir a la playa, bueno, esos si, porque los tiempos de ir a comprar petróleo, pues esos tiempos , no.