La maestra María Adelfa Nava Palacios de Sandria, siempre contaba con muchachas, o señoras jóvenes, que le daban la mano en el quehacer del hogar.
Yo hacia amistad con ellas, algunas hablaban náhuatl, otras no sabían nada de guisar, como una que las sopas, solo las hervía, sin freír primero.
Y yo andaba ahi, de mete sillas, sacabancos.
¡No!, ¡no!, eso no se hace así, se va a enojar la maestra Adelfa, cuando venga y vea el mugrero que estas haciendo.
Y les explicaba, lo poco que yo sabia.
Hubo una, que traía un niño de 6 meses.
Iba yo, a cualquier hora del día, y como ella estaba ocupada, yo le daba mamila a su bebe, que ella preparaba de atolito, yo lo limpiaba, lo cargaba, que me lo prohibió; lo vas a embracilar, y yo trabajo, como le voy a hacer después.
Lo trajo, con escasos cabellitos en su cabeza, y muchos, pero muchos piojos.
Me dedique a despiojarlo, a quitarle las liendres, a mantenerlo limpio.
Si lo oía llorar, desde el piso de abajo, echaba carrera, y ya estaba yo atendiéndolo.
Después de meses, bien bonito que se puso.
De lo palidito que lo traía, débil hasta para llorar, se puso chapeado, gordito.
Como dicen, lo bonito entra por la boca.
De repente, la madre jovencita, me miraba de un modo raro.
Me miraba y me miraba, como si planeara algo.
Yo pensaba, falta que me prohíba ver a su bebé.
Y un día, que lo suelta.
¡Te regalo a mi bebé!
¿Qué?
¡Te regalo a mi bebé!
¿Estas bromeando?
¡No! en serio. Te lo doy.
Tú cuidas muy bien del bebé. Te lo regalo.
¿De veras me lo das?, ¿en serio?
Si, en serio. ¡Llévatelo ya!
¡Estoy perdiendo el tiempo en esta platica!
¡Si lo quieres, llévatelo ya!
Oye, ¡espérate tantito! déjame pedirle permiso a mi abuelita.
Y bajé la escalera, corriendo, de tramos de 3 en 3.
Ya me veía a mis 11 años, con un bebé, mío, mío.
Busque a mi abuelita, salón por salón, me fui al patio donde estaba el pozo, y ahí estaba barriendo unas hojas.
¡Buelita! ¡Buelita!
¿Adivina que?
¡La Luisa me da al bebe!
¡Me da al bebe!
Te vengo a avisar.
Ahorita vengo ¡voy por el!
Mi abuelita, una ancianita de unos 72 años de edad, cansada de tanto trabajar toda su vida, escucha mis exclamaciones de júbilo, y tiene que aterrizarme, ¡a la voz de ya!
¿Que dices?
¡La Luisa esta loca! , y tu mas, por creerle.
Abuelita, si lo dijo muy en serio.
Y lo repitió una y otra vez. Me da al bebé.
Ella no puede cuidarlo. Tiene miedo que le pase algo, ya había dicho, que a lo mejor lo daría.
Y me escogió a mí. ¡A mí!
¡Anda abuelita!
¡Déjame ir por ese bebé !
Te prometo cuidarlo bien, te prometo estar al pendiente.
Te prometo obedecer en todo.
Te prometo lo que tu quieras, pero déjame quedarme con ese bebé.
Mi abuelita, con tristeza, cansadamente, me dijo…
No hija, muy apenas te estoy sacando adelante a ti.
Solo Dios sabe cuanto tiempo me quede de vida.
Y aún, muy niña eres tú.
Yo no podría ayudarte con esa responsabilidad.
Aun no es tiempo, de que te hagas cargo de otra persona.
Te falta madurar mucho.
Todo tiene su tiempo, cuando sea tiempo, Dios te dará tus hijos.
Ahorita, disfruta tu niñez, porque pasa muy pronto.
¡Anda!, ve y dile a la Luisa, que muchas gracias, pero que tu no puedes hacerte cargo de un bebé.
Que seguirás yendo en ratitos a darle la mano, con esa criatura.
¿Que se siente, cuando te dan lo que ambicionas con alma y corazón, y no lo puedes aceptar?
¡Eso sentí!
Hable con esa madre jovencita.
No le gusto mi respuesta.
Días después me dijo…
Como tú no lo quisiste aceptar, ya me voy.
Se de personas, que con gusto se quedaran con mi bebé.
Yo empezaré una nueva vida, donde nada me recuerde a mi hijo.
Yo me despedí de ellos, y llene de besos al bebe, y le decía ¡ni modo bebe!, ¡ni modo!, naciste antes de tiempo, para tu madre y para mi.
Tuvo otras jovencitas que le ayudaban al quehacer a la maestra Adelfa.
Una de ellas, se llamaba Aldegunda.
Bajita, morena, delgadita.
Cuando se enojaba, decía ¡calenchisija!
¿Y ora?
Luego me tradujeron, era un mandarte a la jodida, en dialecto.
Significa, ¡vete a cagar!
A veces la hacíamos que nos acompañara en nuestros juegos a pesar de ser mas grande que nosotros, pero como es mas bonito jugar, si son más los que participan, pues entre todos la obligábamos, pero como siempre andaba apuradita, empleaba el ¡Xicatich! ¡Xicatich! que significa ¡aprisa!, ¡aprisa!
La maestra le dió estudios de secretaria, se casó con un doctor.
Se que vive muy bien.
Intentando escribir poesía
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Una imagen perturbo mis manos
Y al escribir un poema
Brotaron disparos
Y lágrimas de agonía
Que acariciaron de repente
Un ápice del al...
Hace 16 horas
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