En la esquina izquierda de esa banqueta, se ubicaba un café, pequeño, construido con madera.
El café se llamaba, “El Gallito”, lo atendían unos chinitos.
¡Que rico café, aromático!
El local contaba con área de mesas y sillas.
Una barra amplia, con sillones giratorios.
A la derecha de esa barra, se veía a los panaderos trabajar.
El horno, donde metían las charolas, con el pan; quedaba a unos cuantos metros, de los que estábamos consumiendo en la barra.
Al final de tu desayuno, o almuerzo, te daban un vaso de vidrio con agua helada.
Tan helada, que el vaso sudaba frío.
Ya no existe ese negocio.
Pero, a veces yo lo sueño.
Me veo con mi abuelita Luz, ahí, tomando café, con bisquetes, a los que les escurre la mantequilla.
Por fuera de ese negocio, se ponían puestos de tacos de barbacoa.Preparados con tortilla normal, grandes, llenadores
El café se llamaba, “El Gallito”, lo atendían unos chinitos.
¡Que rico café, aromático!
El local contaba con área de mesas y sillas.
Una barra amplia, con sillones giratorios.
A la derecha de esa barra, se veía a los panaderos trabajar.
El horno, donde metían las charolas, con el pan; quedaba a unos cuantos metros, de los que estábamos consumiendo en la barra.
Al final de tu desayuno, o almuerzo, te daban un vaso de vidrio con agua helada.
Tan helada, que el vaso sudaba frío.
Ya no existe ese negocio.
Pero, a veces yo lo sueño.
Me veo con mi abuelita Luz, ahí, tomando café, con bisquetes, a los que les escurre la mantequilla.
Por fuera de ese negocio, se ponían puestos de tacos de barbacoa.Preparados con tortilla normal, grandes, llenadores
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