Las familias de pescadores, viven por lo regular en las márgenes de la laguna.
Ahí dejan las pangas, con sus remos, como diciendo, que allí, en los patios de sus casas, tienen su medio de vida, su trabajo.
Muy de madrugada, salen a pescar, luego entregan lo pescado a la cooperativa, apartando lo de su consumo diario.
Si lo desean, laboran un par de horas en el desconche del ostión, o en despicar camarón cocido, que es quitarle la cabeza, patas, cola y la cáscara al camarón.
Ya para las 11 de la mañana, a más tardar, se van a sus casas, a comer, a descansar.
Por las tardes, se dedican a tejer sus redes, con que atraparan los peces y jaibas.
Platicando, oyendo el radio, en sus patios, rodeados por sus numerosos hijos.
Ha de ser afrodisíaco el marisco.
En las puntas de las redes, para que estas estén pesadas, y caigan formando una como campana dentro del agua, y así atraparan a los peces, ponen unos como cacahuatitos o tamborcitos de plomo, o sea la “plomada”, que elaboraban derritiendo en un traste plomo, que vaciaban en la tierra, en una especie de moldecitos que hacían.
Y están listos, para otro día, ir a la laguna.
Esa laguna del pueblo, que es…….
Encanto, hermosura, pájaros cantores, paz, tranquilidad, aguas cristalinas; el verde con diferentes tonalidades de sus manglares.
Cuando vemos películas, que muestran lugares parecidos, le digo a mi familia, dejemos de perder el tiempo.
Y vámonos para la laguna de Pueblo Viejo.
Los habitantes del pueblo, personas sencillas, fiel espejo de la laguna, son pausados, sin prisa alguna.
Como si estuvieran dormidos, aun con sus ojos abiertos, y sus pláticas interminables.
Es como si hubieran descubierto que el tiempo les pertenece; que tienen tiempo para nacer, vivir y morir.
Ahí dejan las pangas, con sus remos, como diciendo, que allí, en los patios de sus casas, tienen su medio de vida, su trabajo.
Muy de madrugada, salen a pescar, luego entregan lo pescado a la cooperativa, apartando lo de su consumo diario.
Si lo desean, laboran un par de horas en el desconche del ostión, o en despicar camarón cocido, que es quitarle la cabeza, patas, cola y la cáscara al camarón.
Ya para las 11 de la mañana, a más tardar, se van a sus casas, a comer, a descansar.
Por las tardes, se dedican a tejer sus redes, con que atraparan los peces y jaibas.
Platicando, oyendo el radio, en sus patios, rodeados por sus numerosos hijos.
Ha de ser afrodisíaco el marisco.
En las puntas de las redes, para que estas estén pesadas, y caigan formando una como campana dentro del agua, y así atraparan a los peces, ponen unos como cacahuatitos o tamborcitos de plomo, o sea la “plomada”, que elaboraban derritiendo en un traste plomo, que vaciaban en la tierra, en una especie de moldecitos que hacían.
Y están listos, para otro día, ir a la laguna.
Esa laguna del pueblo, que es…….
Encanto, hermosura, pájaros cantores, paz, tranquilidad, aguas cristalinas; el verde con diferentes tonalidades de sus manglares.
Cuando vemos películas, que muestran lugares parecidos, le digo a mi familia, dejemos de perder el tiempo.
Y vámonos para la laguna de Pueblo Viejo.
Los habitantes del pueblo, personas sencillas, fiel espejo de la laguna, son pausados, sin prisa alguna.
Como si estuvieran dormidos, aun con sus ojos abiertos, y sus pláticas interminables.
Es como si hubieran descubierto que el tiempo les pertenece; que tienen tiempo para nacer, vivir y morir.
( Estas 2 fotografías de la Laguna de Pueblo Viejo,Veracruz,son cortesía del profesor Martín Pérez San Martín,cronista de Pueblo Viejo, Veracruz.)
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